Aunque quizá no lo recordemos, uno de los proyectos legislativos por el que algunas personas votaron por MORENA fue la legalización de la marihuana. Y aunque ya se han presentado distintos proyectos para regular su consumo, parece que este tema está en el olvido del representante del ejecutivo, cuando dichos proyectos podrían ser clave para terminar con la ola de inseguridad ligada al narcotráfico.

En gran parte de Estados Unidos (el mayor consumidor del mundo) esta planta ya se ha legalizado, lo cual significó que el narco tuviera que exportar otras sustancias como el fentanilo. Mientras tanto en México los funcionarios ni se les pasa por la cabeza hacer su parte. Y quizá cabría preguntarse ¿Es que hay intereses de por medio en esta decisión?
Primero que nada, el ejército y la policía tienen un gran interés en que esta planta y otros narcóticos permanezcan penados por la ley, sino se les iría una valiosa pieza de su juego con el narcotráfico. Más aparte, con los largos años de militarización del combate al crimen organizado ¿qué significarían los millones de muertos y arrestos en torno a la distribución de la marihuana?

Pero mientras la legalización de la marihuana sigue siendo una decisión que implica muchos intereses, el abuso policial por la portación de este estupefaciente sigue sin ser atendido.
Recientemente se han implementado operativos con perros rastreadores en el metro de la Ciudad de México. Y aunque como siempre la excusa para la invasión del espacio público por parte de los elementos policiacos es mantener el orden y la seguridad de las personas, muchas personas que no amenazan a tal estado de las cosas se han visto afectadas por el abuso de los policías.

Las personas que venden en el Metro, sea de manera intermitente o permanente, han sido obligadas a mostrar sus pertenencias y eso puede volver muy inseguro el movimiento con objetos de valor. Ya todos sabemos que los policías mexicanos no son conocidos por su honestidad y transparencia.
Por otro lado, las personas que consumen marihuana de manera recreativa están en riesgo de ser arrestadas por portar pequeñas cantidades de esta droga. Y aunque las penas por este delito van de multas a 36 horas de cárcel, la verdad es que el sistema penal prefiere irse contra estas faltas que contra los verdaderos crímenes.
Lo que más nos arde
México es un país que está marcado por el tráfico de drogas. Lo cierto es que no son estas sustancias las que tienen la culpa de la violencia, ni los consumidores, ni los campesinos que la siembran. Sino de toda una red de distribución que se ha mezclado con delincuentes, agencias de seguridad, empresas y gobiernos, que han lucrado a costa de la muerte de las personas.
Lo que el discurso cada vez más conservador y militar de Andrés Manuel está olvidando es que el consumo de drogas es primero un tema de salud pública que de seguridad.
Fuentes: