No hay nada más codiciado en la Ciudad de México que los teléfonos celulares. Es difícil encontrar a alguien que no haya sufrido el robo de uno de estos aparatos, ya sea en un asalto a mano armada o a través de las artimañas de algún carterista.
Desde la gama más sencilla, a los celulares más lujosos, todos significan una ganancia para el ladrón, y brillan como oro en las manos de los inocentes usuarios.
Las estadísticas señalan que el robo de celulares se duplicó en solamente un año dentro de la CDMX. Sí, mucho más que carteras, joyas o tarjetas bancarias, los ladrones buscan teléfonos porque es lo más fácil de vender en el mercado ilegal.
Claro, no hay vendedor sin comprador, y he ahí el problema principal: las plazas donde se hace la reventa están llenas de ciudadanos dispuestos a pagar un precio menor por un aparato robado. Esos sitios son una mina de oro y un nido de ratas, que se hacen ricas con el miedo de muchos.
En varios países adquirir un celular robado es un riesgo para el comprador, se manejan penas de cárcel por hacerlo, y no es fácil safarse del asunto. Solamente con eso han logrado disminuir las cifras de aparatos sustraídos ilegalmente y con violencia.
El problema es que en México el cáncer se llama impunidad. Se sabe dónde están los ladrones, cómo operan y en qué sitios revenden los aparatos, pero el sistema legal no hace nada por ponerles un freno y los ciudadanos prefieren ahorrarse unos pesos, comprando teléfonos que fueron objetos de delito.
Lo que más nos arde
¿Por qué seguimos robando lo que nos roban?, ¿no es un absurdo pagar por vivir en la inseguridad?
En México se hace real esa frase que dice: lo barato sale caro. Cada tres meses en la CDMX se registran casi 24 mil denuncias por asaltos, de esa cifra, una parte de las víctimas murió en el suceso y otro tanto sufrió heridas.
No son solamente celulares, también autopartes, computadoras, joyas y toda clase de artículos se comercializan en mercados ilegales, porque hay quienes los compran. El asunto no parará hasta que deje de haber consumidores de mercancías robadas.