La avalancha del cambio climático

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No importa cuántos tratados, protocolos o proyectos de reversión del cambio climático México esté dispuesto a firmar, porque es evidente que respecto a ese tema, no tiene una convicción verdadera ni clara, para hacer cambios que tengan un impacto real. Aquí abundan, desde hace mucho tiempo, los hipócritas que, con una mano firman y con la otra cruzan los dedos, porque saben que no cumplirán nada; les encanta el cuento.

Acciones que en otros países son comunes, desde hace años, aquí todavía parecen sueños; la eliminación de productos no degradables, la supresión de los drenajes por fosas sépticas, el uso de energías alternas, o el cambio a combustibles limpios. En México no hemos hecho nada de esto, y somos los más contaminantes, viviendo todavía en la era de las cavernas.

Actualmente el país produce el 1.4% de las emisiones de carbono a nivel mundial, una cifra que no es cualquier cosa y debería darle vergüenza a todos los que han firmado tratados internacionales, con los que el país no ha cumplido. Mejor se hubieran ahorrado los árboles, de tanto papel que no sirvió para nada.

Por otro lado, México está en el quinto lugar de deforestación, depredando 500 mil hectáreas de selvas y bosques al año, según datos de Greenpeace. Y he ahí la explicación a la escasez de agua en las grandes ciudades, y el aumento generalizado de la temperatura atmosférica; al menos un grado en los últimos diez años, siendo el doble de lo que aumentó en el resto del mundo.

El cambio climático es una enorme avalancha, que lentamente se derrumba sobre todos los mexicanos. Poco a poco está condicionando la vida, la alimentación, la distribución del agua, los espacios, y hasta el comportamiento de las personas, que van acostumbrándose a sus efectos.

Es increíble cómo la legislación del país va orientándose a paliar las efectos del cambio climático, en lugar de prevenirlo y evitar que siga avanzando. Siendo muy sinceros, aquí se ha hecho muy poco en torno al tema, y menos aún se ha hecho una concientización en las personas que, por cierto, con sus hábitos absurdos de consumo, son bastante responsables del desastre.

Lo que más nos arde

Si ya es bastante difícil imponer legislaciones inteligentes en México, todavía más, las que tienen que ver con proteger los recursos naturales. Es como si los legisladores fueran simios que no comprenden la importancia de detener el cambio climático, y las implicaciones que tiene dejar pasar un tiempo que, es clave para salvarnos, o vivir las consecuencias de ello.

Inundaciones, sequías, suelo infértil, contaminación del aire, enfermedades pulmonares, alteración de los climas, desaparición de ecosistemas enteros, y especies animales; cambios en la biodiversidad y pérdida generalizada del equilibrio ecológico. Todo eso es real y está sucediendo en México, pero siguen pesando más los intereses económicos, y la ignorancia de los ciudadanos, que no tienen interés en cambiar su destructivo modo de vida.

Pero luego vienen los desastres naturales, y nadie sabe a quién señalar como el verdadero culpable. Se acusan unos a otros cuando ven las consecuencias de algo que era completamente prevenible; dice la canción:

Ahora quieren convertir en parque ese lugar, ya que está ahogado el niño, ahora el pozo quieren tapar, mejor que indemnicen a los que se quedaron sin hogar…”

@ElArdidisimo

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