No es que no nos alcance el dinero, tampoco que los objetos sean difíciles de conseguir o que no haya suficientes. La explicación al mundo de la piratería en México, no es otra que el poco respeto que tenemos por lo ajeno; no respetamos la autoría intelectual, no respetamos el costo real de los objetos, y menos aún respetamos que hay que pagar un precio por aquello que no es nuestro.
El mercado de la piratería en México genera ganancias por 43 mil millones de pesos anuales, y al mismo tiempo elimina más de dos millones de fuentes de empleo, debido a que las empresas formales no pueden competir ante los precios que ofrece la ilegalidad.
Es difícil imaginar un México en el que no podamos comprar un disco, unos zapatos o un cable, en sus versiones más baratas, ofrecidos en plazas públicas, mercados y locales, como una ventaja para quienes quieren pagar menos por lo mismo, o casi lo mismo. Y cuando lo hacemos, hasta sonreímos por habernos ahorrado unos pesos, en una decisión supuestamente inteligente.
El problema no es de tipo adquisitivo, sino de trasfondo. La piratería en México tiene que ver con organizaciones criminales, importaciones ilegales, evasión de impuestos y lavado de dinero, e incluso con explotación y trata de personas, que están en medio de una enorme cadena comercial.
Es tan sencillo como no entender que todas las cosas tienen un precio, y es justo pagar si las queremos. Nadie en sus cinco sentidos pretende ir al médico, contratar un abogado o subir a un camión, sin pagar la tarifa indicada, solamente porque sí.
Lo mismo pasa con los discos, las bolsas, las películas o los aparatos, hay todo un mundo de personas detrás, que trabajan para producirlos y esperan recibir una paga justa, equivalente a su esfuerzo y que les dé para volver a producir. Sin embargo, los mexicanos no nos caracterizamos por ser muy solidarios entre nosotros y sí por ponernos el pie, entonces muy poco nos importa que familias dejen de comer, sólo porque queremos ahorrarnos dos pesos en lugar de pagar lo real por un producto de calidad.
Y peor todavía, el dinero que genera la piratería no se queda del todo en México, debido a que en su mayoría responde a una cadena de importaciones ilegales provenientes de China. Productos asiáticos de pésima calidad inundan el mercado, y nosotros los compramos porque “es lo mismo, pero más barato”.
Lo que más nos arde
No es un problema de poder adquisitivo, es un problema de cultura; los mexicanos, en su gran mayoría, compran desde un pensamiento de pobreza, que no les permite darse el lujo de pagar precios reales, y se instalan en una zona de comodidad, en la que es más fácil comprar una copia, antes que un auténtico y original.
Sí, es cierto que los mexicanos no viven su mejor momento en términos económicos, y el dinero está bastante devaluado, respecto al poder adquisitivo, sin embargo, eso también responde a que hay muy poco apoyo para el comercio local y la industria nacional. En términos reales, tampoco estamos acostumbrados a comprarle a México, siempre a la competencia extranjera, que nos roba los empleos y se lleva el dinero a sus países. Así no se puede.