Cuando gana el miedo

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No hay acto más temerario, en estos últimos tiempos, que ser mexicano y vivir en México. Suena exagerado, pero de unos diez años a la fecha parece ser que los malos son más o pueden más que millones de mexicanos que viven encerrados, atemorizados y temiendo siempre encontrarse cara a cara con la delincuencia que pulula en este país.

Ni rejas, candados, llaves, pistolas de toques o alarmas vecinales son suficientes, cuando te toca pasar a formar parte de las estadísticas; según datos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en los años que lleva la famosa “guerra contra el narcotráfico” más de 170 mil personas han sido desplazadas de sus hogares, por cuestión de seguridad, ya que hay pueblos enteros que son comandados por gobiernos alternos e imponen la ley de las armas a quien pretende vivir en ellos.

Así, sin más explicación, miles de personas dejan sus casas como si estuvieran en un sitio de guerra y huyen buscando la paz robada; escuelas, hospitales, parques públicos y hasta iglesias se han convertido en fantasmas de un pasado que fue mucho más próspero.

Se calcula que el 70% de los mexicanos teme ser víctima de la inseguridad, en prácticamente cualquier ciudad del país, y actúan en cuanto a eso, dejando de salir de su hogar, cerrando negocios y evitando cualquier actitud que pudiera llamar la atención de los delincuentes. Algunas veces pareciera importar más el miedo que las ganas de vivir.

Lo que más nos arde

Hoy en día es más que evidente que el miedo nos está ganando a todos, sin importar la región o la clase social, porque se ha vuelto nuestra principal enfermedad, un virus propagado en el boca a boca, la ignorancia y el afán de supervivencia, que persiste por encima de todo lo demás.

También las encuestas señalan que más del 60% de la población en el país, ha cambiado sus hábitos, a medida que ha ido creciendo la inseguridad, es decir, prácticas como evitar salir de casa a horas determinadas, no hablar con desconocidos o cerrar los negocios más temprano, para evitar los asaltos, son cada vez más normales, y lo triste es que se están quedando en las nuevas generaciones que ya nacieron en un mundo de sangre y terror.

Para los más jóvenes el hecho de salir a jugar a la calle no es más que una leyenda urbana que cuentan los viejos, la historia de un mundo fantástico donde las ciudades de México eran seguras, amigables y libres de peligro.

Todo lo anterior hace reflexionar acerca del profundo avance del enemigo sobre nuestras cabezas; si nos quitan la dignidad, el sustento y la tranquilidad, entonces no nos queda nada para sostener el hecho de ser mexicanos y seguir viviendo en este país tan complicado.

@ElArdidisimo

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