La televisión, ya sea en modo tradicional o por Internet, hoy es más variada que nunca en la historia. Hay productos en torno a todos los géneros, gustos, edades, intereses y hasta preferencias sexuales, y eso de polo a polo del mundo.
¿Por qué será que, habiendo tanto de donde elegir, los mexicanos optan por un producto como las narcoseries?
Justo en una época donde la violencia está en un punto álgido, miles de personas inocentes están muriendo por la guerra de las drogas y encima el asunto cuesta millones de pesos al erario público, el tema parece fascinar en lugar de aterrar. Es como si una especie de morbo maldito invadiera a los espectadores mexicanos, incitándolos a ver en ficción, lo que no han podido controlar en las calles.
La cultura de la violencia es real, manda en el lenguaje, en la ropa, en las costumbres y hasta en la educación de los niños; uno de los grandes problemas de la cultura mexicana actual es que se está filtrando el perfil del narcotraficante, como un ideal de progreso y de superación.
Lo queramos o no, los criminales están imponiendo moda y ahora también los vemos en la televisión, vestidos de héroes, príncipes posmodernos que, en lugar de usar espada, usan ametralladora y botas vaqueras.
El narco es una enfermedad nacional, mal que cobra muchas vidas inocentes y deberíamos intentar erradicarlo, por el bien de las nuevas generaciones. Entonces es difícil explicar por qué los mexicanos son los principales consumidores de las narcoseries, las narconovelas y todo lo que tiene que ver con ese mundo.
No, no es un chiste, no es entretenimiento y no debería de ser una fantasía. Nadie niega que ya es parte de la cultura mexicana, pero es una parte que no tendríamos que admirar, porque nos ha hecho un daño enorme como sociedad.
Los mexicanos, al menos en su sector más popular, viven de la aspiración, la fantasía de progreso, debido a las reducidas posibilidades que tienen de mejorar su calidad de vida, en la realidad. Siendo así, es lógico que todo aquello que les represente superación es objeto de admiración y respeto, por eso el éxito de este tipo de productos en la sociedad mexicana.
El asunto del crimen en México gira en torno a un círculo vicioso. Por un lado, más de 50 millones de pobres que no logran salir adelante, si es de manera honesta, y por otro lado los medios de comunicación que explotan esa necesidad de progreso y les venden la idea de que está bien ascender socialmente, si es a costa de la ley y de las vidas de muchas personas.
Con esa enseñanza están creciendo muchas nuevas generaciones de mexicanos-futuros criminales, en cuyas esperanzas solamente cabe llegar a ser como La Reina del Sur, como Camelia la Texana o como el famoso Aurelio Casillas, y así triunfar en la vida…