Si castraran químicamente a todos los hombres pervertidos de México, sólo quedaría biológicamente algo así como el 2% de los sujetos que aquí habitan.

¿Pervertidos?, ¿violadores?, ¿abusadores sexuales?, ¿cómo distinguir a quienes son culpables de un crimen sexual, de quienes son solamente machos irrespetuosos, en un país donde priva el machismo como regla general?

El Gobierno Federal ha propuesto ejercer la castración química hacia los violadores, tal como ya sucede en otros países que castigan tajantemente la violencia sexual. El asunto es que ahí no para una enfermedad que está inserta en la sociedad.

El gen del ataque sexual nace en la descomposición social, la ignorancia, la ausencia de educación y de valores, que debían enseñarse en casa. Y no, para arreglar todo eso no basta castrar a los hombres, pues se trata de un enorme problema humano que está metida en la cultura mexicana hasta la médula.

¿Cómo podremos decirle a alguien que no viole, cuando la cultura del machismo le ha dicho toda la vida que pueda hacer lo que le venga en gana, que las mujeres son objetos y que tener pene le da derecho a ser una porquería?

En promedio cada hora se denuncia al menos una violación en México, sin que haya un patrón específico, de manera generalizada hacia niñas, jóvenes, mujeres adultas y ancianas, y perpetrado lo mismo por desconocidos que por padres, hermanos, tíos, abuelos, maestros y gente “de confianza”.

Violaciones, abusos, feminicidios, tantos y tantos crímenes contra ellas no pueden tener su solución en un castigo impuesto por el gobierno. ¿Quién educa a tantos hombres que cometen crímenes contra las mujeres y los niños?, porque alguien tiene que ser responsable de haber creado verdaderos monstruos.

Ni siquiera, aunque el sistema de justicia mexicano se convirtiera en un ente perfecto e incorruptible, podría suceder que se redujeran las violaciones o los abusos sexuales en el país. Eso es un sueño inalcanzable porque significaría tirarnos a la basura como mexicanos y volver a nacer.

@ElArdidisimo