Cientos de ciudadanos en el Estado de México, son víctimas de robos violentos y asesinatos a diario. Sin embargo, la clase política salta a hablar del tema, cuando surge el fenómeno de que, aquellos que roban y asesinan, son víctimas de la violencia de ciudadanos, que reaccionan contra este acto. Los dos actos son terribles, la violencia sólo puede traer más violencia y así infinitamente.
¿Y por qué las autoridades se alteran tanto por los linchamientos causados por el descontento de la sociedad, debido a la incompetencia de los policías, y no hacen algo por arreglar su sistema de seguridad?
Tal parece que cuando en un país hay inseguridad, de delitos relacionados al ataque personal y a la propiedad privada, no hay problema…, el problema empieza cuando las personas deciden que lo van a solucionar con sus propias manos, devolviéndolo con la misma violencia que lo reciben, porque entienden que ya no hay un Estado que pueda mediar en tal conflicto.
Y esto es lo que realmente les preocupa mucho a los políticos, se asustan porque los ciudadanos de su país se dieron cuenta de que no está el Estado ocupando el lugar que debería, y si no está el Estado ahí, quiere decir que ya no hay lugar donde sentar al poder político, entonces sienten que es el momento de decir algo: “¡Acá estamos! No nos olviden, porque no somos nada si lo hacen”, aunque eso implique deslegitimar una violencia para legitimar otra.
Todos estamos de acuerdo que, la violencia no va a solucionar la violencia que ya existe en las calles, sin embargo, es un grito de la población para intentar hacer que el gobierno escuche sus suplicas, por garantizar la seguridad de las colonias más afectadas por la delincuencia.
LO QUE MÁS NOS ARDE
Tal parece que al gobierno y a la policía, les vale lo que pase en las calles, y lo que les pase a los ciudadanos, pues la situación cada vez está peor y no se ve que el gobierno haga algo por mejorar esta situación, que ya se está saliendo de control, y por el contrario, siguen robándose los recursos, y hasta creando servicios muy costosos como el teleférico, cuando esos recursos bien podrían invertirlos en seguridad.