Lo que nos arde de las terminales de autobuses

Nos solidarizamos con todos los turistas, mexicanos o extranjeros, que toman un viaje a la Ciudad de México por primera vez, y piensan que llegando a la terminal de autobuses, van a encontrar puestos multicolores de artesanías, mariachis, o calaveras de día de muertos. También mostramos nuestro apoyo, para todas esas personas que juntaron todos sus ahorros, para venir por primera vez acá, pensando que van a encontrar terminales limpias, modernas, con todos los servicios y de fácil acceso, ¡se romperán sus sueños!

Pero esto no sólo pasa en la Ciudad de México, aunque aquí es más notorio: uno llega a Puebla y la terminal de autobuses está sumida en un caos de autos que da miedo. En cambio la de Oaxaca, es chiquita, pero limpiecita. De la de Monterrey no hablamos porque parece tianguis, y recordamos también la de Guadalajara, que aunque es grande y espaciosa, está a chorrocientos kilómetros del centro.

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La Ciudad de México debería tener mejores terminales, de eso no hay duda. O por lo menos quitar estas horribles cosas que nos arden:

El horrible camino a la estación del metro

En las cuatro terminales de la Ciudad de México, hay una estación del metro cerca, por comodidad. Recordamos la de Taxqueña, en la que tienes que atravesar un mundo de puestos ambulantes, con fritangas grasosas y discos pirata. O la de Observatorio, en donde la pequeña avenida que tienes que cruzar, está llena de microbuses en doble fila, y taxis que se te avientan. Por lo menos en la Tapo todo es bajo techo y en la del norte solo tienes que sortear al mundo de gente que se te deja venir, ¿no pudieron hacerlo más difícil?

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¿Una monedita?

Baja uno del autobús y esperas a que el cargador baje tu maleta. Ahí suelta el primer «ahi pa’ la propina». Le sueltas 5 pesos. Luego cruzas la primera puerta y encuentras a los que te pueden ayudar con el diablito, y que te llevarán a donde se pide el taxi: otra propinita. La peor estación es la TAPO, en la que, ya que estás formado para esperar tu transporte, hay un tipo que revisa tu boleto y por arrastrar dos metros tu maleta, ¡te exige propina!

El cajero automático

¿Quién ha sacado dinero de un cajero automático en la terminal de autobuses? Podemos asegurarte que, al acercarte al cajero, meter tu tarjeta y sacar para el taxi, sientes la mirada incisiva de miles de ojos que observan desde lejos, cuál es tu clave, de personas que se frotan las manos diciendo: «ahí hay un incauto para quitarle lana» y casi escuchas detrás de ti «ese tiene cara de turista». Eso nos pasa por hacernos fama de ciudad insegura, así que, para la otra, mejor haces tu apartado de dinero antes de llegar.

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¡México, México, ra ra rá!

Esta última es una cuestión de tradición. Podemos imaginar al turista extranjero que toma un camión a la ciudad, y cuyo letrero dice «México». ¿Pues qué Guanajuato no es México?

LO QUE MÁS NOS ARDE

Lo peor, creemos, es que cuando llegas, ves el mar de luces a lo lejos, y cruzas la caseta de peaje, entonces el primer pensamiento es: «ya llegué». Pues no, de la caseta a la terminal de autobuses, te puedes aventar una hora ¡o más!, debido al tráfico ¿quién no ha sufrido al entrar por Zaragoza? ¿Por qué hay tanto tráfico para llegar a la terminal del norte? Tal vez a la que le va mejor, en ese sentido, es a la de observatorio.

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@ElArdidisimo

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