¿A dónde se nos fue el asombro?

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Es extraño cómo funciona el imaginario colectivo mexicano. Hace unos 25 años, la sociedad todavía se sentía impactada cuando presenciaba hechos de violencia o crímenes. Sin embargo, la escalada de delincuencia que se ha dejado sentir en México, durante los últimos años, vino a romper no solamente con la paz y la tranquilidad de los habitantes, también les impuso una especie de velo a través del cual no perciben la crueldad de los hechos que presencian, o de aquello que leen en los periódicos a diario.

Es mala la situación de seguridad en México, pero es mucho peor y más preocupante la actitud de los mexicanos hacia la escalada de crueldad, que se refleja día a día en los medios de comunicación.

Sólo en 2016 se registraron más de 18 mil homicidios violentos en todo el país, sumados a desapariciones y ataques armados, que resultaron en personas heridas. Siendo así, puede ser normal en cierto grado que ya nada nos sorprenda, como habitantes de este complicado país.

El problema entonces es, qué vamos a contestarle a las nuevas generaciones. Niños y jóvenes están naciendo y creciendo en una nación donde la violencia parece normal, no hay límites para infringir dolor, y no existen el respeto, la solidaridad o la empatía, frente a la tragedia humana.

Es verdad que los mexicanos han perdido poco a poco esa capacidad de asombro que antes los hacía un poco más humanos, y menos producto de la degeneración del planeta. Aunque hay que tomar en cuenta que no ha sido un proceso sencillo, sino resultado de muchos años de vivir en el miedo y la incertidumbre, ante hechos que no pueden controlar.

El intercambio del asombro por la indiferencia, se ha convertido en un mecanismo de defensa del mexicano, ante la inseguridad y el peligro que siente por la criminalidad descontrolada. De ese modo, las personas pretenden ignorar que las balas son las que mandan hoy, eso sin importar cualquier enumeración de derechos humanos posibles, o lo que diga cualquier organismo internacional, en sus innumerables intentos de rescatar a México.

Lo que más nos arde

Es un cuento de nunca acabar eso de la violencia en México. Mientras tanto, la única que realmente está perdiendo su terreno es la conciencia de la colectividad, inundada de miedo, anuncios y distractores mediáticos, que no le permiten entender la gravedad de su situación ni a dónde tendría que dirigirse para poder sobrevivir.

He aquí una cifra poco conocida: en menos de diez años han muerto en México más de 13 mil menores de edad, víctimas de la violencia. Y si esa cifra no nos sorprende y nos regresa el asombro perdido, entonces ya no hay esperanza ni sobrevivencia para ningún mexicano.

Finalmente, la capacidad de asombro es también capacidad de indignación, la posibilidad de no quedarnos con las ganas de exigir un país mejor, más seguridad, y la paz con la que queremos seguir viviendo. Nadie se merece vivir entre las balas, sólo por su nula facultad de sorpresa frente a la injusticia y los actos inhumanos, pero para eso hay que trabajar en indignarse, en no dejarse y  en salir a protestar.

@ElArdidisimo

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