Todos somos, a menos que vivamos en una montaña solitaria, vecinos de unos y otros, cohabitantes de un espacio determinado en el que tenemos que respetar ciertas reglas, cumplir con obligaciones y establecer parámetros de convivencia que convengan a todos. Sin embargo, hay ocasiones en las que podemos transformarnos en esa clase de vecino que nadie quiere tener cerca, un habitante indeseable que pareciera estar ahí para hacer más insoportable la vida de los demás.
A continuación, algunas reglas para convertirte en el habitante más indeseable sobre la faz de la Tierra, o por lo menos de tu colonia.
Nunca, pero nunca tires la basura en su lugar
Existen los botes de basura y todos tenemos uno en casa, pero para qué usarlo si existen bancas, banquetas, cabinas telefónicas y hasta las puertas de los vecinos.
Si quieres ser un vecino indeseable, déjale tu basura al vecino de al lado o de plano sal en mitad de la noche y abandona tu bolsa con desperdicios en medio de la calle. De todos modos algún buen samaritano seguro se va a acomedir para recogerla.
Moscas, caños tapados, inundaciones, peste y una horrible imagen urbana, se logran poco a poco cada vez que tú, vecino infernal, decides que el bote de basura no sirve para nada.
¡Fiesta!
Para ser el vecino más odiado tienes que comprometerte a hacer una fiesta escandalosa por lo menos una vez a la semana, de preferencia en domingo, lunes o miércoles cuando todos quieren dormir.
Además, recuerda siempre tener la música en alto, sobre todo si es un ritmo repetitivo y pegajoso que haga vibrar las ventanas como reggaetón, banda o duranguense. Y si a eso le sumas las risas de tus amigos borrachos en mitad de la noche, y una que otra orinada en las macetas del vecino, seguro te van a zumbar los oídos a la mañana siguiente.
Todo es un tendedero en potencia
La ventana, la puerta y cualquier recoveco es un buen espacio para convertirlo en tendedero de calzones y mandiles. Mientras más prendas cuelgues y más visibles sean, más horrible harás la vista a todo el resto del vecindario que sólo azomará la vista para ver tu ropa interior, tamaño paracaídas.
Cero amabilidad
Nunca saludes y cada vez que un vecino se dirija a ti pon cara de que huele feo. Así eliminarás toda posibilidad de que te hablen para pedirte algún favor o invitarte a las fiestas de la colonia.
Lo que más nos arde
La verdad, buena parte de los mexicanos no entiende el concepto de la buena vecindad. Vivir y dejar vivir, son dos principios que casi nadie conoce y más bien la mayoría hace lo posible por joder al otro, ponerle el pie y ser todo lo incomodo que se puede, sólo porque sí.