No es secreto para nadie, que en nuestra nación existen contrastes verdaderamente abrumadores, cuando alguien es rico, es sumamente rico y cuando una familia vive en pobreza, ésta alcanza niveles extremos.
Mientras 2.4 millones de personas no tienen empleo, el hermano de un funcionario en Toluca, Estado de México, se pasea por las calles, alegre, en nada menos que un Rolls Royce, el mismo tipo de auto que usa la realeza inglesa.
Al mismo tiempo que el Sistema de Transporte Colectivo Metro, se convulsiona con cinco millones 500 mil usuarios, la clase política sale de sus casas en elegantes camionetas, escoltados por elementos de la Policía Federal, en los que se gastan 44 millones de pesos en sueldos.
El tema educativo no está exento de estos contrastes; 6 millones de niños y jóvenes, no tienen oportunidad de asistir a la escuela; pero operan instituciones privadas de educación, cobrando colegiaturas altísimas, dirigidas a clases altas que, además de tener acceso a la educación, tienen oportunidad de pagar más de 10 mil pesos en colegiaturas, cada mes.
Cada año, cientos de jóvenes egresados de las universidades, buscan integrarse al mercado laboral, con la esperanza de mejorar su calidad de vida y la de sus familias. Pero no será tan sencillo, sólo 40 de cada 100 profesionistas tiene un empleo relacionado con su formación universitaria.
Todo parece estar en contra de la clase media: difícil acceso a la educación, salarios bajos, precios de la canasta básica altos y, para rematar, una muy difícil situación laboral, una vez que terminan sus estudios profesionales.
LO QUE MÁS ENCHILA
Pero no es la misma historia para todos, María Fernanda Said Pretelini, a menos de un año de haber concluido sus estudios, consiguió empleo en la paraestatal Pemex, con un sueldo de 50 mil pesos mensuales; que contrastan con los 10 mil 200 pesos mensuales que gana en promedio un recién egresado.
Quizá algo tenga que ver su parentesco con la familia Peña Nieto, pero lo que sí es un hecho, es que la diferencia de oportunidades entre clases sociales, es abismal, poco llegaremos a lograr, en una nación con 53.3 millones de mexicanos en pobreza y un 1% de clase alta.