En México los ciclistas reciben más odio que los políticos o los ladrones, son más insultados que los camioneros, y arriesgan la vida mucho más que un bombero, un policía o tu abuelita en la cuerda floja.
Será que a los mexicanos no les gusta que los obliguen a cambiar, que les enseñen alternativas para vivir mejor o que les demuestren que sí es posible vivir fuera del sistema impuesto. Por eso la bicicleta, pese a ser un vehículo limpio, barato, saludable y solidario, todavía no entra en el esquema mental de la mayoría de la población en el país.
Hace poco un conductor de televisión, en un programa diseñado para señoras obesas e inútiles, se atrevió a decir que debería haber un permiso para atropellar ciclistas en la Ciudad de México. Sumado a su desatinado comentario, el resto de sus compañeros de programa completaron diciendo que en esta orbe no hay lugar para las bicicletas, que básicamente son un estorbo y deberían resignarse todos a atorarse en el tránsito vehicular, respirando humo cancerígeno y pagando la gasolina más cara del planeta, porque así fue diseñada la ciudad y no hay de otra.
No hay que culparlos por sus comentarios fuera de lugar, sus personajes hacen de sustituto educativo para un sector poblacional pobre, ignorante y sin posibilidad de progreso. En definitiva no se les puede pedir que piensen más.
No es la primera vez que esto pasa en un medio de comunicación mexicano. En otras ocasiones, líderes de opinión se han pronunciado en contra de los ciclistas, confirmando la cerrazón y la estupidez que caracteriza a millones de mexicanos, mismos que luego se quejan porque sí, en efecto, todo sigue igual.
Lo que más nos arde
Probablemente este conductor, cuyo sueldo es pagado por una de las empresas que más han hundido al país en los últimos 20 años, no sabe que cada año más de 200 ciclistas mueren en accidentes de tránsito, propiciados por la intolerancia y por creer, precisamente, que aquel que tiene un auto tiene permiso para humillar, criticar y pasar por encima de los demás.
México es un país contaminado por el humo de los automóviles, donde el tránsito vehicular es uno de los más complicados del planeta y la calidad de vida va a la baja. ¿De verdad, haciendo caso a lo que dijeron estos sujetos en televisión nacional, no tenemos derecho a vivir mejor, respirar aire limpio y dejar de tirar nuestro dinero en gasolina?
Y ya para rematar, en un México donde la violencia se desborda por las coladeras, ¿por qué seguimos comprando productos que propician el odio y la intolerancia?, ¿no deberíamos merecer un poco más que eso?