¿Y sí estamos unidos los mexicanos?

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Luego del sismo del 19 de septiembre del 2017, un extraño espíritu de solidaridad invadió a los mexicanos, extraño sobre todo, porque no es algo que en este país se vea todos los días. Normalmente quienes aquí vivimos somos víctimas, pero también generadores de intolerancia, mentadas de madre, indiferencia y una serie de karmas que ganamos, solamente por estar de este lado de la frontera.

Así que el sismo, el miedo generalizado y haber visto de cerca a la muerte, sí provocaron que el pensamiento de los mexicanos tuviera ganas de cambiar, transformarse hacia algo más humano. Aunque es verdad que esos aires de grandeza duran poco, muy poco.

El 8 de octubre, el gobierno, las empresas y algunas televisoras, organizaron un concierto épico nombrado “Estamos Unidos Mexicanos”. La idea era convocar a los ciudadanos a una presentación con artistas populares y ahí, supuestamente, llamarlos a la solidaridad, la unión en estos momentos críticos, en que tendríamos que estarnos dando la mano.

El concierto no estuvo mal, a decir verdad tuvo algunas escenas que todos recordaremos por siempre, como cuando Roger Waters transmitió un mensaje de solidaridad a los mexicanos, y de paso cambió su canción más famosa a un “How I wish we were there”.

Por otro lado, y sin negar la calidad de algunos artistas y grupos presentes, como el caso de Sabo Romo, Lupe Esparza, Jarabe de Palo e incluso Los Ángeles Azules, la verdad es que el evento no pudo, ni podrá, pasar de ser un circo más para los mexicanos.

Un circo igual a otros que ya ha utilizado antes el gobierno mexicano, para que los ciudadanos olviden la tragedia, la corrupción y el crimen perpetrado por los funcionarios y los políticos. Eso fue este concierto, al que respondieron miles de personas, supuestamente convocadas por la solidaridad.

Si los mexicanos estuvieran verdaderamente unidos, no habrían acudido a la convocatoria del gobierno para este concierto, más bien habrían estado cerrando filas en los huecos que dejaron decenas de edificios mal construidos, evitando que las constructoras sigan ganando terreno en la Ciudad de México y reclamando por aquellos que no debieron haber muerto.

Los mexicanos tienen memoria de teflón, todo se les resbala. A sólo unos cuantos días del terremoto, miles ya estaban en la plancha del zócalo, cantando, vibrando con las canciones rompecorazones de Carla Morrison, olvidando que la tragedia no vino sola, se acompañó de negligencia, ignorancia, corrupción e instituciones públicas que solamente sirven a intereses monetarios.

Un terremoto es un hecho impredecible, pero la pésima construcción de los edificios no es más que culpa de un gobierno, que permite a unos cuantos hacer lo que quieren con el dinero y el patrimonio de los ciudadanos.

Ojalá un concierto no fuera pretexto para ignorar, que el enemigo no es un fenómeno natural, sino el olvido de las víctimas y de quienes las llevaron a la muerte.

@ElArdidisimo

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