Sabemos que la crisis de violencia ha rebasado al Estado mexicano, cuando al menos 300 cadáveres humanos andan rodando por el país, resguardados en camiones, porque ya no hay espacio para ellos en las morgues.
En México se ha perdido totalmente el respeto por la vida y por la muerte, y cada vez se trata con más frialdad, el límite entre ambas.
El Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses ha declarado que la crisis de violencia en ese estado, ha hecho que se supere la capacidad que tiene para resguardar cuerpos, por lo que los restos de 300 personas han sido puestos provisionalmente en dos camiones con refrigeración, aunque uno de esos ya ha visitado varios municipios del estado, porque simplemente no saben dónde ponerlo.
No es el circo, tampoco es tu artista favorito y menos es el camión de la Coca-Cola, se trata de un tráiler cargado con muertos en descomposición, por los que nadie se está haciendo responsable.
Eran personas con nombre y apellido, tenían familia, padres, hermanos, hijos y amigos, y probablemente hay quien aún los espera. Sin embargo, una constante del Estado mexicano es que no le responde a sus ciudadanos, ni siquiera cuando tendría la obligación de protegerlos y resguardar sus vidas ante cualquier circunstancia.
No es la primera vez que la violencia se desborda en México. Hace algunos años en Acapulco se encontraron decenas de cadáveres en descomposición, dentro de una funeraria abandonada.
Y a estos casos podríamos sumar muchos más, montones, en los que los muertos de la violencia son tratados con tanta deshumanización, que da miedo pensar hacia dónde está caminando el país.
La cuestión aquí no es qué hacer con 300 cuerpos, sino por qué hay 300 víctimas de la violencia que no tienen justicia, responsable ni trato digno para su propia existencia.