Uno tras otro, otro, otro y otro caso, las desapariciones forzadas en México son un asunto que se repite a diario en los medios de comunicación, pero la situación es aún más grave que como suena.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU), afirmó que en el último año una especie de epidemia de desapariciones forzadas de menores ha azotado a México; dicho delito creció casi 200% en la reciente década, y las autoridades parecen estar haciendo nada por detener esas cifras.
En resumidas cuentas, nadie previene, nadie castiga y nadie investiga, aunque se están llevando a los niños mexicanos como agua que se escapa por la coladera.
Sin importar sexo, clase social o región geográfica, las desapariciones de menores se están presentando como un fenómeno cada vez más común en México, y no parece haber manera de detenerlas.
Crimen organizado, tráfico de órganos, trata de blancas, prostitución, y hasta adopciones ilegales, son algunas de las muchas causas por las que esta epidemia ha proliferado tanto recientemente. Incluso se sabe que personajes de la política están involucrados, y utilizan sus influencias para favorecer a quienes cometen esta clase de delitos.
Se calcula que más de seis mil menores mexicanos se encuentran actualmente en estatus de desaparecidos, todos entre los 0 y los 17 años, y la mayoría sustraídos por desconocidos en circunstancias que parecen no tener mayor explicación. De ahí en adelante las pistas son mínimas, el sistema de justicia está saturado y evidentemente no hay nada más que hacer, o al menos eso es lo que suelen contestar a las familias, cuando acuden a denunciar.
Lo que más nos arde
Uno de los derechos universales más importantes, refiere que la protección a la infancia es una obligación que los gobiernos tienen y deben garantizar, pues de ello depende directamente el buen desarrollo de la sociedad y de todos sus integrantes.
En ese mismo sentido, sabemos que México no está garantizando en nada la seguridad de los más jóvenes, ni tampoco está castigando a quienes cometen crímenes en su contra.
Las desapariciones son un agujero tan grande como el bajo nivel educativo, la obesidad o la carencia de salud en los sectores populares de México, son circunstancias que responden al desinterés de las instituciones y a la falta de compromiso de los funcionarios públicos. Y con ello no hay nada que pueda hacerse, al menos por ahora.