Uno tras otro, tras otro, se suceden los reportes de violencia contra las mujeres, en todas las comandancias y agencias de policía de México. Involucradas o no, vulnerables o no, todas las víctimas quedaron indefensas ante un sistema que propició las agresiones.
México es un enorme foco rojo en alerta de género, una especie de alarma en el tema de la violencia contra las mujeres y a niveles tan elevados como en países de oriente, donde ellas ni siquiera tienen derechos.
El Estado de México es la entidad que registra más desapariciones de mujeres, casi dos mil que no han sido ubicadas, por las que poco se hace, y parece ser que cada vez menos.
Ya existía una alerta de género para el Edomex, pero recientemente organismos de la sociedad civil solicitaron una segunda al gobierno, debido a la gravedad de los casos de desaparición y los feminicidios, que son una epidemia imparable.
Además de ese estado, en al menos 13 más, la alerta de género ya es un tema más que conocido, aunque poco se ha podido hacer, porque se sabe que los involucrados son autoridades y miembros del crimen organizado.
Lo que empezó en los años 90 como las llamadas “Muertas de Juárez”, hoy es un problema imparable que se ha multiplicado por miles, hacia todos los estados, sectores sociales, económicos y educativos, y ya no respeta ni edad ni condición, para hacer de ellas las principales víctimas.
Lo que más nos arde
Incluso la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ya ha emitido recomendaciones para que el Estado mexicano actúe contra la violencia hacia las mujeres, e instruya a sus funcionarios para castigar los delitos relacionados con ellas. A pesar de eso las cifras no disminuyen, y los mexicanos pierden el asombro ante asesinatos cada vez más sanguinarios.