Hemos tenido que coexistir con el crimen organizado por tanto tiempo, que poco a poco, lentamente como humedad entre las paredes, se ha ido filtrando en nuestra cultura y nuestra vida cotidiana.
Puede que muchos estén en desacuerdo, pero es una verdadera tristeza que el narcotráfico y su filosofía de vida, estén venciendo, y por mucho, a nuestra sociedad.
Se ha vuelto más valioso enriquecerse de la noche a la mañana, que tener una familia basada en valores; las grandes camionetas 4×4, los sombreros y las botas, están ganando terreno entre nuestros niños, haciéndoles creer, que es la vida para la que nacieron.
Por una parte están quienes veneran y admiran a los sicarios y narcotraficantes, considerándolos personas muy valiosas para sociedad, y por el otro, los no tan fieles a esta cultura, pero absorbidos, contra su voluntad, a este mundo de violencia.
Nos referimos a esos 53.3 millones de personas en pobreza extrema en México, que quizá, ven el narcotráfico como su única salida de la miseria, en un país que es incapaz de darles la oportunidad de un empleo formal.
Habrá que pensar si queremos seguir alimentando la cifra de 60 mil muertos y 26,121 desparecidos, que ha dejado como resultado el actuar de los cárteles mexicanos.
LO QUE MÁS ENCHILA
¿De verdad consideramos más importante tener autos imponentes, enormes casas, y efectivo para aventar al cielo, que la forma en la que obtenemos la riqueza? ¿Cuánto valen nuestros valores y nuestra ética?
Muchos no queremos ver a nuestro país convertirse en un nido de delincuentes y personas sin escrúpulos.