Adiós al sueño del mochilero

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Mochila, bolsa de dormir, huaraches, lata de atún y una camioneta estilo camper, esa era la lista que acompañaba los sueños de casi cualquier adolescente de hace unos 30 o 40 años, cuando el verbo “mochilear” en México, nada más necesitaba las ganas para echarse a andar.

Este país es uno de los más ricos en biodiversidad, espacios naturales y paisajes de todo el planeta; los amaneceres más increíbles están en Oaxaca, en Veracruz hay cascadas impresionantes, en Hidalgo esperan los Prismas Basálticos, más al norte, el Mar de Cortés que aún esconde ballenas y tiburones, y al sur los vestigios de la cultura Maya.

Por desgracia los mexicanos ya no pueden darse el lujo de salir a viajar por el país, como en una especie de aventura sin rumbo, las carreteras son cada vez más peligrosas y ya nadie quiere tomar el riesgo de encontrarse con la delincuencia cara a cara.

Estadísticamente, cada tres horas hay un asalto en alguna carretera de México, lo que suma más de dos mil anuales, sin tomar en cuenta todos los casos que no son denunciados.

La delincuencia, la corrupción, el abandono de la policía hacia los ciudadanos, e incluso la falta de interés por denunciar los crímenes, son algunas de las cosas que han favorecido este mal, del cual además, hay miles de víctimas, desaparecidos y muertos.

Podríamos decir que las carreteras, en cualquier país, son las venas con las que palpita la sociedad, un reflejo de cómo funciona todo, porque por ellas circula el dinero, son símbolo de bienestar y posibilidad de crecimiento. Pero si están invadidas por la delincuencia, entonces es como si la sangre no circulara y el país se estuviera estrangulando poco a poco.

Lo que más nos arde

Quién sabe si a manera de precaución o como una especie de burla cínica, en 2011, el gobierno mexicano declaró que sus carreteras federales no eran sitio seguro y recomendó a los ciudadanos evitar circular por ellas de noche, para no ser víctimas de la delincuencia.

¿Quién controla las carreteras?, ¿a dónde van a parar las cuotas de los ciudadanos?, ¿por qué nadie es capaz de poner orden y darle viajes seguros a quienes transitan?

Esas y muchas otras respuestas, nunca son respondidas en un país como México, donde suele ganar la apatía de las autoridades y las víctimas sólo sirven para engrosar enormes y terroríficas estadísticas.

@ElArdidisimo

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