Asco visual

publLibros, condones, helados, fajas para adelgazar, mudanzas, comida para gato y hasta máquinas para hacer agujeros. Circular por una avenida transitada en la Ciudad de México, es darte un festín mortal de publicidad de todas clases, olores, colores y sabores, como si, además de pagar por tu derecho a transitar avenidas poco funcionales, también pagaras por un enorme e interminable comercial.

Una cifra muy benévola y poco acertada, dice que en la CDMX hay alrededor de seis mil anuncios espectaculares, eso sin contar todos los que existen de manera ilegal y la publicidad que ensucia postes, ventanas, paradas de autobús y cada rincón de esta enorme ciudad.

Los chilangos habitan una orbe plagada de anuncios publicitarios vacíos, uno igual a otro por miles, millones, imágenes y letras sin sentido, que se cuelan en el imaginario colectivo y van ensuciando la percepción citadina.

Al ya de por sí contaminado paisaje de la CDMX, hay que sumarle toda una pasarela de publicidad gastada, que no permite a la vista llegar muy lejos, y cada semáforo es una tortura visual que obliga a apagar el cerebro a manera de precaución.

Mucho del caos que caracteriza a esta ciudad, se lo debemos al asunto de la contaminación visual. Según revelan las encuestas, la gran mayoría de los chilangos dicen sentirse agredidos por el exceso de imágenes publicitarias, que ahogan a la capital.

Si habitar aquí, salir a la calle y hacer vida en sociedad, ya es un asunto violento, si hablamos de Chilangolandia, también hay que sumarle que la contaminación visual a la que se someten los chilangos es una agresión constante, un golpe certero en el estrés, la hostilidad y el aburrimiento, que muchos de los que aquí habitan dicen sentir.

Aunque, claro, no importa tanto la salud de los habitantes o que vivan en paz, sino el dinero que se mueve gracias a la publicidad, los negocios que penetran en las cabezas y consiguen vender sus productos por millones, millones de piezas, millones de pesos, millones de anuncios, que nos funden la mente a todos.

Lo que más nos arde

No es una exageración. La ciencia afirma que la contaminación visual en las grandes ciudades genera estrés, mayor incidencia de actos violentos, enfermedades mentales, estrés y reacciones hostiles de los habitantes, en su día a día, al recibir estímulos constantes que, pese a no ser captados conscientemente, sí son recibidos por la mente profunda, generándole trabajo innecesario y agotamiento a largo plazo.

La gran mayoría de los chilangos se quejan por vivir en una ciudad hostil, con habitantes que van por ahí histéricos, con malas caras, apurados siempre y poco pendientes de las personas que tienen a un lado. Sin embargo, casi nunca se detienen a observar que son víctimas de un medio que los ha obligado a ser así, conduciéndose como máquinas cuya única función es sólo sacar la tarjeta de crédito y comprar toda esa publicidad que los enferma y los empobrece.

@ElArdidisimo

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