Los famosos huachicoleros son personas que se dedican a ordeñar ductos de gasolina, sacando el combustible, para después venderlo de manera ilegal.

Se trata de una práctica criminal, que cuesta mucho dinero a los mexicanos, porque pone en juego un bien nacional, pero además pone en peligro a muchas personas porque ordeñar un ducto es casi provocar un desastre de dimensiones catastróficas.

Cada mes en México se detectan más de mil tomas clandestinas, una cifra récord que cuesta miles de millones de pesos en pérdidas.

Crimen organizado, policía comprada y una enorme cadena de corrupción es la que precede a los huachicoleros, quienes además conforman enormes grupos que incluyen a adultos mayores, mujeres y niños, que están haciendo de este delito su forma de vida.

Incluso se sabe que muchos pueblos marginados en estados como Guerrero, Puebla, Chiapas y Estado de México, han agrupado a toda su población en torno a la ordeña de ductos, con ganancias que superan los dos millones de pesos por día de trabajo.

El problema, como casi todas las ilegalidades que pasan en México, es que hay quien cometa el robo y quien compre el producto robado.

Es bien sabido que uno de los principales consumidores de gasolina robada son las mismas estaciones de servicio, a quienes les conviene adquirir el combustible a precio más bajo y así revenderlo a sus clientes. Sin querer, todos somos un poco cómplices del crimen.

Descomposición social, pobreza y falta de empleo, son algunas de las causas que se podrían atribuir a la popularización de los huachicoleros en México, sin embargo, la causa real podría estar mucho más relacionada con el desinterés y el desconocimiento que la población tiene sobre los bienes nacionales.

Mal que bien, la gasolina es un producto que sostiene a este país, da dinero en impuestos al erario público, pone hospitales, carreteras y escuelas, y sin ella no podría sostenerse la economía nacional. Entonces robarla, es un poco robarnos a nosotros mismos, en un desfalco que nunca termina.

@ElArdidisimo