No se mata la verdad matando periodistas

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Hay muy pocas profesiones que en realidad requieren tanta vocación como el periodismo, sobre todo en México, donde las condiciones para quienes se dedican a ello son bastante malas, sin remuneraciones justas y sobre todo, sin garantías de seguridad.

Y es que el periodismo es por sí mismo una actividad combativa cuando se hace bien, consiste en decir todo aquello que la sociedad en su conjunto se niega a escuchar y suele, de manera casi natural, incomodar las conciencias de muchos que pretenden robar, engañar y engatusar al pueblo con sus actos. En resumidas cuentas, ¿si no lo dice el periodista, entonces quién?

Sólo en 2016, en México fueron asesinados once periodistas. Eso en las cifras oficiales y sin contar los desaparecidos, los amenazados y todos los casos no denunciados.

En general, en todo el planeta ha crecido la violencia contra los comunicadores en los últimos 20 años, muy probablemente debido a la dominación de fuerzas alternas, grupos criminales que han expandido sus dominios, sin que nadie les ponga un freno.

En México el problema es todavía más grave, desde que se vive la guerra contra el crimen organizado, un mal que se ha llevado entre los pies a toda la sociedad mexicana, pero con especial saña a quienes no han limitado las páginas de sus periódicos o revistas, para exponer la impunidad con la que aquí se opera.

La organización «Artículo 19», dedicada a salvaguardar la integridad de periodistas amenazados en todo el planeta, afirma que, al menos un comunicador es asesinado cada mes en México, eso sin que los casos sean investigados o exista alguna legislación que ponga un alto a la estadística.

Además, el periodismo es una de las carreras peor pagadas en el país, y cuyos estudiantes tienen realmente muy pocas probabilidades de tener un futuro económico exitoso que les permita, al menos, tener un techo propio, luego de una larga vida de trabajo.

Algo extraño pasa en un país que no se interesa por tener medios de comunicación útiles, comunicadores que valgan la pena, y cuyas vidas enteras estén dedicadas a decir la verdad, por encima de cualquier otra inclinación.

Y entonces, si cerráramos todos los periódicos, las cadenas de televisión y de radio, las redacciones de blogs en Internet, Twitter, Facebook y cualquier otro canal de comunicación o vía de expresión posible, seríamos un país de ojos cerrados, conducido por una mano negra, cuyos habitantes serían indigentes sordos, prácticamente palurdos.

Lo que más nos arde

No es que México sea un país que se caracterice por la inteligencia de sus habitantes, sin embargo, aquí los medios de comunicación, en general, sí obligan un poco a hacer la tarea de pensar, reflexionar sobre el acontecer diario y revisar que sí suceden cosas, de las cuales debiéramos todos estar enterados. Es justo esa riqueza la que tendría que preservarse, y no dejarse morir en las manos del crimen.

El periodismo mexicano necesita inversión, atención, y una legislación que le dé el lugar que merecen, a quienes le consagran su vida. Es imposible que siga existiendo un país cuyos poderes alternos tengan más peso, que los poderes institucionales o del mismo Estado.

@ElArdidisimo

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