El turismo nos está matando

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¿Cómo habrá sido el mundo cuando la civilización Maya estaba en su apogeo?, ¿qué pensarían esos hombres avanzados de nosotros, los del siglo XXI, si vieran en qué hemos convertido sus tierras?

El sur de México resguarda los últimos vestigios de la cultura Maya, una de las civilizaciones más antiguas y avanzadas que se conocen en todo el mundo, cuyas lecciones bien nos hubieran servido para evitar los problemas de la modernidad.

Entre tantos tesoros, la Laguna de Bacalar quizá es uno de los más importantes, cuya sobrevivencia, aún en estos tiempos, se debe únicamente a que el turismo todavía no llega con tanta fuerza a la zona, aunque ya se ve venir en camino un auge masivo y destructor.

Todas las playas, ríos, lagos y lagunas, fueron alguna vez sitios paradisíacos, sin embargo, es difícil evitar que la huella del hombre llegue para destruirlos. El ser humano posmoderno, en su afán de poseerlo todo, ha exterminado las riquezas naturales del mundo, consumiendo hasta el último pedazo de belleza existente en la Tierra.

Bacalar era, hasta hace unos cinco años, un pueblo sin más gracia que su laguna, cuyos habitantes la disfrutaban libremente, como quien mira el paisaje sin pagar por ello. Pero como la ambición en México es un juego de todos, el pueblo creció, se convirtió en municipio y vendió las orillas de su laguna a grandes potentados, hoteles de lujo, estancias y mansiones que hoy son “dueños”.

¿Cómo se puede ser dueño de una laguna que tiene millones de años?, ¿cómo se puede capturar la historia de toda una civilización, para venderla por boletos de admisión?

Las riquezas de México son de todos los mexicanos, de quienes nacieron y crecieron en este lugar, en cuyas venas también corre un pasado que valdría la pena resguardar.

Bacalar está rodeado de cenotes, grandes cavidades de agua dulce, en cuyas profundidades aún hay tesoros desconocidos, que no han sido tocados gracias a que los nativos los defienden. Por desgracia sabemos que en este país siempre gana el dinero, y probablemente no tarda en llegar algún consorcio de hoteles, que encuentre una nueva mina de oro en este lugar y lo convierta en un all inclusive, igual a tantos otros.

El turismo es una fuente de empleo, pero no necesariamente de progreso. En la mayoría de los sitios turísticos de México, los habitantes han perdido calidad de vida e incluso el interés por cuidar lo que era suyo.

Es como si tomáramos la historia, la cultura y las riquezas naturales de México, las comprimiéramos y las metiéramos en una lata para ponerlas en venta en el supermercado. Se trata de valores incalculables que reducimos a nada, para ponerles precio y convertirlos en bienes de consumo masivo.

@ElArdidisimo

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