No, los feminicidios en México no son un tema de hoy, más bien son una historia vieja, tan repetida en las páginas de los periódicos nacionales, que ya ni sorprenden las escalofriantes cifras de niñas, adolescentes y mujeres asesinadas en este país.
La historia que ganó los titulares en 2018 fue la del famoso “feminicida de Ecatepec”, un sujeto que con la ayuda de su pareja, mató a decenas de mujeres bajo el pretexto de que las odiaba, pues en su infancia sufrió abusos y abandono de su madre.
La condena social para este hombre fue implacable, al grado de que la multitud propuso la pena de muerte como única condena posible por sus atroces crímenes.
La muerte, el linchamiento o la cadena perpetua para este feminicida podrían pintar como el camino más sencillo, sin embargo, no resolverían el problema de fondo.
El asunto en todo esto es que México es un país donde priva el machismo como alimento social, y la misoginia es un veneno que propician las mismas mujeres.
Madres, hermanas, abuelas, maestras, jefas de familia, ellas llevan a los mexicanos en sus manos y es en su seno que el machismo se inculca desde los primeros años de vida. La educación desde la infancia suele ser altamente discriminatoria y separatista, ellos pueden lo que ellas no, a ellas se les enseña a ser vulnerables, a tener miedo y a permitir todo lo que ellos quieran “porque así son todos los hombres”.
El estrangulador de Tacuba, el caníbal de la Guerrero y ahora el feminicida de Ecatepec, los asesinos de mujeres en México han sido tantos y tan variados, que habría que hacer una enciclopedia para enlistarlos a todos; lo sorprendente es que nuestra macabra historia de misoginia no nos ha ayudado a cambiar en algo los parámetros sociales, y seguimos siendo igual de machistas que hace 50 u 80 años.
Las mujeres por su parte, tampoco han cambiado la manera en que se ven a sí mismas dentro de la sociedad, como víctimas, hijas y madres del sacrificio, siempre oprimidas por el yugo del patriarcado e incapaces de ser independientes, autosuficientes y felices, sin la ayuda de un hombre.
Hombres y mujeres por igual propician que los feminicidios sean el pan de cada día en México. Nuestra errada cultura misógina, aún no ha sido cuestionada y es tema pendiente en todos los sectores de la sociedad.