¿Cuánto cuesta la burocracia?

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La burocracia es todo aquello que gira en torno a trámites o asuntos administrativos del gobierno, incluyendo a quienes laboran dentro de eso, y las costumbres que los caracterizan. No hay como la burocracia mexicana, esa la hicieron a mano y rompieron el molde.

En México, el Gobierno Federal tiene una nómina de más de un millón y medio de burócratas, mismos que cuestan al erario público más de dos mil millones de pesos anuales, en sueldos, prestaciones laborales y pensiones por jubilación.

Se calcula entonces, que este país tiene una de las burocracias más caras del planeta, casi el 10% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional.

El problema en realidad no es cuánto cuesta mantener a la burocracia, sino que ésta, con los años, se ha convertido en un lastre, una pesada loza que lejos de dejar avanzar al país se dedica a detenerlo y robarle oxígeno.

Tenemos, por ejemplo, la imagen clásica del burócrata promedio, alguien de mediana edad que acude a su oficina con el periódico, la revista de chismes o el catálogo de ventas, bajo el brazo. Llega por la mañana, checa su entrada y se sienta en su escritorio a tomar el desayuno, se levanta a buscar café, galletas y a saludar a sus compañeros. Se toma su tiempo, no hay quién lo apremie. Va con su taza de café hablando con los otros, anotándose en las rifas y esos juegos de oficinistas, y terminando de saludar, hasta a los escritorios. Cuando por fin regresa a su lugar, se le ocurre que debe sacar copias y se prepara para hacer un viaje hasta el otro extremo del edificio. Esa visita le tomará al menos otra media hora. Para cuando regrese y se siente a revisar sus montañas de trabajo pendiente, ya habrá llegado la hora del almuerzo y volverá a salir. Y así, eternamente hasta que llegue el día de la jubilación, y el erario le pague por tantos años de no hacer absolutamente nada.

Parece un chiste, pero en esa realidad se mantienen millones de personas en México, cobrando un salario por hacer nada, por tomar café y calentar un asiento, desconociendo todo el daño que le hacen al país, al no tener un compromiso con su trabajo.

Basta con visitar alguna oficina de gobierno o de servicios públicos, por la mañana; ahí no hay nadie trabajando, la mayoría platica, saluda a los demás, comparte los chismes y bebe café. Las computadoras que por ahí se ven, están apagadas o dedicadas a informar de una red social.

Ya sea bueno o malo, el punto está en que la gran mayoría de los burócratas, al menos los del Gobierno Federal, están adheridos a sindicatos que los protegen, así que no importa mucho lo que hagan, nadie puede despedirlos por baja productividad.

Lo que más nos arde

Mucho más allá del costo económico, la realidad es que socialmente a todos nos cuesta tener una burocracia obsoleta, que sólo sirve para justificar presupuestos. No hay nada peor que tener que presentarse a hacer un trámite en una oficina mexicana, donde no existe el sentido del servicio público, las ventanillas abren tarde y cierran temprano, y hay tanto trabajo atrasado, que ya nadie hace nada más, que apilar nuevos pendientes sobre montañas enormes de papeles. Y eso sin ahondar en que, en muchos casos, el único motor de esos elefantes blancos es la corrupción, repudiada por unos, pero utilizada por casi todos.

@ElArdidisimo

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