Como si de una película del siglo XIX se tratara, en algunas zonas de nuestro país, las mujeres son vistas como seres inferiores, en las mentes de unos cuantos, una mujer no debería tener voz ni voto y en la opinión de muchos, las parejas del mismo sexo no deberían tener una relación sentimental, ni casarse.
Muchos son los actos de odio que se han perpetuado contra grupos que no comparten las creencias de otro grupo mayoritario, pero no por ello se justifica la violencia, ni actos de discriminación contra la comunidad LGBT.
Como si intentaran demostrarnos que son más listos que ellos, esta comunidad responde ante los ataques que reciben, con acciones más inteligentes, que marchas o argumentos religiosos.
Pareciera que aún con el paso del tiempo, (sin ánimo de ofender a nadie) la mentalidad de un sector de la población se ha quedado en 1816, dónde pensar que dos personas del mismo sexo tengan una relación o un matrimonio, es contra natura.
¿Y cómo no enchilarse? Al saber que otras personas no pueden hacer lo que otros hacen muy bien: respetar la forma de pensar de los demás y sus opiniones. ¿Cómo no sentirse indignado? De ver a nuestro país siendo humillado por comentarios homófobos por parte de un alto funcionario, de nada menos que una Comisión de Derechos Humanos.
No intenten ser tibios, no intenten decir “No soy homofóbico pero…”. Esto no se trata de lo que nos han inculcado desde pequeños, se trata de respetar y entender, que las demás personas son igual de valiosas que tú, que el amor que sienten hacia otra persona, independientemente de su género, es igual de valioso que el de cualquier otra pareja.
LO QUE MÁS ENCHILA
Esto no es el siglo XIX, los coches no son jalados por mulas, las calles están pavimentadas, las mujeres pueden ejercer su derecho al voto, los hombres pueden llorar, una mujer puede enamorarse de una mujer y un hombre de un hombre; estamos en 2016, ¿tu criterio también?