¿Talla extra?

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La humanidad va siempre de un extremo a otro, como si no conociera los matices o las medias tintas.

Por un tiempo, al menos a fines del siglo XX e inicios del siglo XXI, el asunto de la delgadez y los cuerpos estilizados se volvió algo fundamental. Todos querían estar flacos y la ropa se redujo a tallas de fantasía.

Hoy sabemos que eso era una ilusión dañina, engaño mediático que llevó a muchas personas a obsesionarse, de manera enferma, e incluso a morir tratando de ser delgadas.

Bueno o malo parece ser que ya rompimos esa absurda tendencia, sin embargo, hemos cruzado al lado de la obesidad y el descuido. Tratando de ser “humanos” y acordes a la realidad, hoy hay una tendencia que nos dice que la gordura no es tan mala, que las mujeres obesas también son bellas y que deben amar sus cuerpos sin importar la talla que tengan.

El problema es que vivimos en un país donde más de 12 millones de personas padecen diabetes y casi 100 mil mueren al año por la misma causa. Y eso sin contemplar que, una buena parte de las víctimas son menores de 25 años, muchas de ellas obesas desde la infancia y que pudieron haber revertido la historia con un poco de conciencia.

La complexión natural existe, y es verdad que hay quienes nunca serán talla 0, pero vivir en la talla extra tampoco es natural, más bien es signo de descuido, enfermedad y peligro. Una cosa son las curvas y otra que se desborde el barril.

En general, las personas no deberían buscar seguir un estereotipo, sólo deberían tratar de ser humanas y felices, vivir bien, comer bien, hacer ejercicio y estar saludables. Pero vivimos en un mundo donde la búsqueda de identidad colectiva es mucho más fuerte que las ganas de vivir, y por eso importa mucho encajar, ya sea en un estereotipo o en otro, con tal de figurar, ser alguien igual a los demás y no quedar fuera.

Imposible negarlo: los mexicanos están gordos, enfermos y además no tienen identidad. Basta con observar cualquier transporte público en un día común, la mayoría de los pasajeros tienen algún grado de gordura real, pero además no muestran interés o preocupación por algo que está mal, es un trastorno, un funcionamiento equivocado del cuerpo que debe arreglarse antes de tener consecuencias. Y sin embargo, están demasiado ocupados siguiendo a los medios, escuchando lo que dice la televisión, lo que venden las flacas de revista, anhelando una liposucción y un trasero de plástico para convertirse en eso que les vendieron por teléfono y a meses sin intereses.

Pese a todo lo malo que suene, el mismo medio ya lo aceptó. En las tiendas de ropa las tallas están aumentando y algún día también las banquetas, los asientos en los camiones, y los columpios en los parques tendrán que modificarse, aumentar su capacidad para soportar cuerpos alimentados por garnachas, tacos, tortas, tamales, pozole, y muchos litros de Coca Cola helada. ¡Qué sabroso!

@ElArdidisimo

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