La generación del bullying

El bullying es ese fenómeno que ha sacudido las conciencias del siglo XXI, eso, aunque existe desde tiempos inmemoriales. Es la ley del más fuerte, hecha realidad en las escuelas y entre menores, aquellos que no tienen manera de defenderse, pero que tampoco deberían tener suficientes heridas emocionales, como para ejercer tanta violencia sobre los demás.

El siglo XXI es una era sumamente violenta, tanto que ya es difícil sorprenderse al ver actos de crueldad u odio entre seres humanos, o incluso hacia otras especies. Los medios han normalizado la hostilidad, al grado de que, en cualquier medio es fácil encontrar imágenes de ese tipo, y cualquiera puede verlas, sin importar si es un niño o una persona sensible.

Quienes fuimos niños en otra época, también vivimos bullying, aunque el término no se conocía y lo usual era que el problema no superara algunos golpes, sangre en la nariz y un reporte escolar. La violencia no era tan visible en la calle, en las casas o en los núcleos familiares, de ahí que esa clase de problemas no llegaran muy lejos.

En la actualidad, la violencia es tanta y tan intensa que, incluso está presente en los salones de clase, se refleja en las actitudes de los más jóvenes y aflora como algo natural, una actitud común ante el mundo y ante los demás.

¿Será que nadie está educando a las nuevas generaciones para que crezcan en paz?, ¿qué va a ser de los más pequeños si se educan pensando que los golpes y la hostilidad son actitudes ideales, ante un mundo que es ya por sí mismo bastante complicado?

Lo que más nos arde

México es el país número uno en bullying a nivel mundial, una cifra nada halagadora y sí muy preocupante por las consecuencias sociales que eso podría traer, a mediano y largo plazo. Si los niños de hoy son tan violentos, es fácil estimar qué clase de adultos serán y los problemas sociales que este país enfrentará, en una o dos décadas.

Al menos 18 millones de menores en educación básica admiten ser víctimas de acoso escolar, o incluso ejercerlo, sin que evidentemente existan consecuencias por ello. Es obvio que no se sienten protegidos, pero tampoco observan a su alrededor algún marco normativo que les ponga límites, ya sea en la escuela o en la casa.

¿Será tal vez que en un México, que no provee lo mínimo a sus habitantes, el odio y el resentimiento son asuntos que se acumulan en los más desprotegidos, y estallan en forma de violencia y auténtico odio humano?

@ElArdidisimo

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