El lunes 30 de septiembre de 2021 inició el regreso a clases de manera presencial, luego de la pandemia. Para el gobierno era un paso que ya se tenía que dar.
Ante el inaplazable regreso, se estableció por la Secretaría de Salud que no se cerrarían las escuelas por casos de COVID-19, pues se trabajaría con la lógica con la que se trabaja en los albergues: «Se hace una intervención selectiva a las áreas que fueron afectadas, puede ser un salón, dos salones, en esa lógica es que se estará trabajando» dijo la secretaria de Salud de la Ciudad de México, Olivia Perez.

El protocolo que se quiere imponer en toda la república no ha sido del todo acatado en la capital. Con tal sólo una semana desde el regreso a las escuelas de manera presencial, se detectaron contagios en 88 planteles, de las cuales 39 cerraron temporalmente por 15 días, como indica el protocolo de la SEP.
A pesar de esto, el subsecretario de Salud, López-Gatel, dijo que no había señales de que el regreso a clases presenciales hubiera provocado un aumento en los contagios, y el presidente en su conferencia matutina indicó que en esta segunda semana ya habían incrementado el número de alumnos y escuelas abiertas.
Todas las instituciones educativas se preparan para afrontar la nueva normalidad con clases presenciales y la UNAM también anunció el regreso el 20 de septiembre de 2021.

Pero los padres de familia no se muestran de acuerdo con la reapertura. Un 58% de los padres de familia entrevistados por El Financiero Bloomberg está en desacuerdo, 40% a favor y 2% dijo no saber.
Ese 40%, aunque no es la mayoría, sí representa una cantidad abrumadora de padres que tal vez por desesperación, por necesidad o porque creen genuinamente en las razones que da el gobierno, quieren mandar a sus hijos a la escuela.

Lo que más nos arde
Con la pandemia las fallas del sistema educativo y la brecha entre las personas privilegiadas y aquellas con escasez se hicieron evidentes. No podemos juzgar ni a quienes están en contra del regreso, pues se preocupan por la salud de sus hijos, ni a quienes están a favor, pues no conocemos las necesidades que tienen o las condiciones en las que viven.
Las autoridades tratan de mediar entre los dos polos y al saber que el virus no va a desaparecer pronto, tratan de encontrar soluciones. Sin embargo, la problemática educativa va más allá de simples estrategias y protocolos, tiene su raíz en la desigualdad que históricamente ha existido en México.
Nos duele entender que existen dos Méxicos opuestos. Y nos duele entender que la pandemia afectó el aprendizaje y la educación de millones de estudiantes en nuestro país.