No hay manera alguna de obligar al gobierno a reaccionar ante la tragedia de los niños con cáncer y la falta de medicinas que los está matando.
Parece que el gobierno no toma en cuenta las necesidades de la población y ahora también pone en riesgo las vidas de los niños con enfermedades terminales que sólo esperan tener mejor calidad de vida y que no la tienen debido a los altos costos de sus tratamientos, los que el gobierno en turno les prometió y no les ha proporcionado.
La salud es un derecho humano al que todos deberíamos acceder sin importar nada, sin embargo, muchos niños con cáncer se han quedado sin medicamento. Han tenido que salir a las calles en repetidas ocasiones para exigir lo que merecen y no han obtenido respuestas reales, lo cual ha ocasionado la muerte de al menos de mil 600 niñas y niños en mil días.
Los padres de estos pequeños pacientes oncológicos y sus familiares se enfrentan al mal trato y rechazo de las autoridades, pero a pesar de ello seguirán exigiendo que se protejan los derechos de los pequeños.
Esta no es la primera vez que niños inocentes sufren por malas decisiones del gobierno, en el sexenio anterior algunos pequeños recibieron agua destilada en lugar de quimioterapias en Veracruz. ¿Acaso la vida de los infantes es una broma para los políticos? De por sí, el daño emocional y físico de tener una enfermedad como esa es muy grande como para que, además, no reciban el tratamiento que merecen.
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