Todos hemos escuchado la sentencia de que “los pobres son pobres porque quieren”, haciendo alusión a una supuesta igualdad de acceso a las oportunidades en la que sólo se entromete la iniciativa individual.
Nada más alejado de la realidad y esto lo puso sobre la mesa la pandemia. En distintos sectores sociales y productivos hemos sido testigos de cómo es que los más pobres (que además son mayoría), son los que sufren las peores consecuencias.

Los estratos económicos más bajos son los más golpeados por la pandemia, el mayor porcentaje de defunciones son personas con una escolaridad trunca, obreros y trabajadores esenciales que han sido expuestos a tener que salir de casa para continuar con su trabajo, incluso con reducción de sueldos.
A nivel educativo la situación es la misma, mientras que en las escuelas privadas se ha podido adaptar la modalidad a distancia sin tantos problemas, las escuelas públicas, sobre todo las que atienden zonas de escasos recursos, se han visto inmersas en la problemática de la brecha tecnológica.
En el estrato económico bajo de México, aproximadamente sólo el 19% de las familias tiene acceso a internet. Y es que parece que estábamos dándolo por hecho, cuando pensado con seriedad, poseer medios de comunicación digitales es realmente caro.

Y aunque estamos seguros que la mayoría de los profesores han logrado entender y adaptarse a lo complejo de este paradigma, hay algunos lamentables casos de profesores que no entienden que la educación es un privilegio, por lo que hay que trabajar el doble para que sea cada vez más accesible.
Tal es el caso, por ejemplo, de un profesor del CCH Sur, en CDMX, quien fue grabado durante una clase vía Zoom, en la que regaña a un alumno por no tener cámara. A pesar de que el alumno explica su situación económica, el profesor es incapaz de comprenderlo y sentencia al alumno: “Los pobres ya se quedaron”.

Lo que más nos arde
Sin duda la pandemia ha exacerbado las desigualdades sociales. Al igual que los alumnos, los profesores de escuelas en comunidades pobres también se han visto afectados por la pandemia, teniendo que idear muchísimas formas para evitar el rezago.
En zonas urbanas también existen suertes similares, hay profesores que han tenido que ampliar sus horarios laborales para planear clases en línea, contestar grupos de chats con padres de familia e incluso hablar por teléfono con alumnos para resolver sus dudas.
Son los menos quienes piensan que sólo con la voluntad un alumno puede salir adelante a pesar de sus condiciones. Pero sí arde que quienes estén a cargo de la educación no puedan ver que quizás detrás de un alumno que toma clase a distancia existen miles de obstáculos.
Fuentes: