Podemos entender la desigualdad en México a través de la educación. Mientras un reducido porcentaje accede a las mejores oportunidades educativas debido a factores socioeconómicos, la gran mayoría debe luchar contracorriente para no quedar en el rezago educativo.

A raíz de la pandemia del Covid-19 y el cierre de las escuelas, muchos alumnos han perdido la relativa estabilidad que representaba una institución escolar para el día a día. No contar con un lugar dedicado a su formación y profesores que apoyen y guíen de cara a cara, ha costado que muchos alumnos deserten en su formación.
En 2017 el porcentaje de población con estudios primarios en México era del 80%, mientras que la cifra descendía drásticamente en el porcentaje de población con estudios superiores, sólo un 15%. Las cifras empeoran drásticamente en poblaciones indígenas.

Sin embargo, un informe emitido por el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, estima que debido a la pandemia 1.4 millones de estudiantes no retomarán sus estudios para el ciclo escolar 2020-2021. Esto debido a la crisis económica y la falta de herramientas para tener una educación a distancia.
Según este informe, sólo el 44.3% de los hogares en México cuenta con un equipo de computación. De nueva cuenta, la cifra se polariza tomando en cuenta el factor socioeconómico.
En el estrato alto 89% de los hogares cuentan con computadora, mientras en el estrato más bajo sólo el 19%.

Y esto no solo afecta a los alumnos, sino también a los docentes y padres de familia, quienes también han tenido que sortear esta brecha tecnológica.
Lo que más nos arde
La interrupción de la formación académica de los jóvenes por la pandemia incrementará la brecha de pobreza en el país. Se estima que un 15.55% de los estudiantes interrumpirá su educación.
Este mismo porcentaje no podrá adquirir conocimientos y habilidades a los que tiene derecho, además de que el país pierde un gran potencial de crecimiento y construcción para el futuro de todos y todas.
Fuentes:
Desarrollo Humano y COVID-19 en México: Desafíos para una recuperación sostenible