El 2 de septiembre de 2020 Marcela Alemán acudió a las oficinas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en el Centro Histórico de la Ciudad de México, buscando respuesta por la violación de su hija, Lya, dentro del colegio al que asistía en 2017. Los culpables aún no han sido castigados.

Marcela tuvo una junta con la ombudsman de la CNDH, Rosario Piedra Ibarra, quien le sugirió realizar una demanda de nueva cuenta, cosa que ya había realizado en varias ocasiones.
Ante la evasión de responsabilidad por parte de la autoridad, esta madre decidió amarrarse a una silla de la sala de juntas de Rosario Piedras:
“Ya me querían mandar otra vez a poner una denuncia, ya me cansé, mi niña es una niña que merece ser defendida por los derechos humanos, pero no, todo un Estado le ha pisoteado sus derechos y ha hecho con ella lo que quiere. Y no solo es por ella, es por todas las niñas y todos los que son víctimas, ya basta.” Declaró Marcela en un video que se difundió por redes sociales.
Esto es sólo muestra de la incapacidad de la CNDH para ofrecer justicia. Este organismo, que está destinado a atender temas tan sensibles como la violencia a las mujeres, los derechos de migrantes, el abuso de la autoridad y las víctimas de tortura, parece ya ser una mera oficina burocrática y no de verdadero activismo.

Como lo dice Marcela, toda acción de esta comisión consiste en un trámite infinito, levantar una demanda, esperar la resolución, ser redirigido a otra oficina, esperar a que un burócrata atienda el caso, perder el plazo de la demanda. Es un constante echarse la bolita entre la CNDH, las instancias de seguridad como la FGR y demás organismos de “defensa” de las víctimas como la CEAV.
En medio de estos órganos que consumen los recursos federales, están las víctimas, quienes son re victimizadas una y otra vez, en juzgados que se niegan a ejercer su función correctamente y en el proceso de tener que vivir buscando justicia.
Todo esto desembocó en que distintos colectivos feministas acudieran a apoyar la protesta de Marcela Alemán. Tomando las instalaciones de la CNDH, exigiendo la renuncia de Rosario Piedras, una psicóloga militante de MORENA, quien llegó al puesto en una controvertida votación influenciada por el hombre al frente del ejecutivo, López Obrador.

Esta ocupación del espacio público ha demostrado la calidad de Piedra y Obrador, quienes se sienten ofendidos ante las protestas. Ella se excusa diciendo que no sabe por qué protestan si ella hace su trabajo, cuando lo que originó esta manifestación fue un caso de 2017; si hace su trabajo, lo hace muy mal.
Lo que más nos arde
Más aún, la ocupación ha demostrado que mientras las víctimas viven episodios de desprecio, invisibilización y revictimización por parte de las autoridades, en la CNDH se preocupan más por conseguir cortes finos para comer y por mantener sus pinturas decorativas intactas.
Sin duda no se critica que existan organismos para defender los derechos humanos, eso es más que necesario. Lo que aquí se denuncia es que las autoridades siguen siendo indiferentes a las personas, que por la falta de justicia siga imperando la violencia a las minorías, y que el sistema más que ver esto como una señal de un cambio necesario, lo vea como un ataque.
Fuentes: