En México, se quiera o no, hay grandes grupos de personas que son excluidos e incluso abusados debido a su raza, clase social o sexo. Es decir, la discriminación, clasismo y el machismo son problemas que están en nuestra historia y cultura.
Prueba de esto es la proliferación de las ladys y lords, personas que son expuestas en redes sociales llevando actos de abuso de poder, agresión física y verbal, y discriminación hacia otras personas.
Tal es el caso de la diputada por Movimiento Ciudadano, Marcela Luqué Rangel, quien fue apodada “Lady mi muchacha” tras haber publicado un tuit donde donde llamaba “mi muchacha” a una trabajadora doméstica, cuyo esposo había fallecido y a quien supuestamente le tuvo que prestar dinero para sacar el cuerpo del hospital.

Aunque no sabemos si la historia es verdadera o si fue sólo un invento para hacer bulla política, lo cierto es que el tuit deja ver que la diputada no tiene la mínima sensibilidad y respeto por las trabajadoras domésticas. Además nos recuerda que aunque recientemente se ha impulsado el registro de las trabajadoras del hogar al Seguro Social, casi nadie ha realizado este trámite.
Marcela Luqué es sólo una de las tantas personas que forman parte de la clase privilegiada de México, quienes por lo general debido al capital de su familia, sus contactos y mejor educación ocupan la “cima” de la pirámide social.

Más aún, esta clase privilegiada tiene una ideología que les hace creer que su status en la sociedad le otorga el poder de abusar, denostar o excluir a las personas que no pertenecen a su círculo económico y social.
Estas ideas tienen una raíz histórica en la conquista, donde la “pureza de sangre” otorgaba el rango dentro de la jerarquía social.
Y es que los datos no mienten, aunque el 87% de las personas en México tienen tez morena u oscura, estas mismas personas tienen 4 veces más probabilidades de vivir en la pobreza que las personas de tez clara. A la vez, las personas de tez clara representan el 60% de las personas más adineradas del país.

Estos datos también tienen una contraparte cultural, desde antaño es la figura blanca la que se muestra en los afiches de publicidad, la mercadotecnia, la televisión y el cine, que crean modelos aspiracionales blancos y ricos. Mientras que los pobres y morenos son invisibilizados o retratados como personas de segunda.
Esto se vuelve más indignante al saber que México es el lugar de origen de una de las pocas civilizaciones totalmente originales del planeta, la mesoamericana.
Esta cultura había conseguido grandes logros e innovaciones, pero tras la llegada de los españoles fue relegada, explotada y saqueada sistemáticamente, hasta el día de hoy en el que “indio” y “naco” siguen siendo considerados ofensas.
Lo que más nos arde
Las ladies y los lords son la muestra de una herida histórica latente en México. Mientras las personas obtienen un desahogo al exponer a estos personajes, el racismo y el clasismo siguen siendo temas incómodos o negados, lo cual no permite que se cree un diálogo que genere un cambio.
Mientras tanto las personas que perpetúan estos actos, como Marcela Luqué Rangel, se defienden tachando de “ardidos”, “resentidos sociales” y “esclavos” a quienes reclaman su falta de respeto y responsabilidad.
Lo que define a un lord o una ladie es su incapacidad de reflexionar sobre las causas que les proporcionan su superioridad sobre aquellos a los que desprecian o agreden.
Fuentes: