Hace poco se dio a conocer que el salario de la directora del CONACYT, la Dra. María Elena Álvarez-Buylla, es mayor que el del mismo presidente de México.
Según los datos de la plataforma Declaranet, en 2019 la funcionaria habría ganado 2 millones 263 mil pesos, 695 mil pesos más que López Obrador. Realmente lo que está de fondo en esta cuestión es el estado de la ciencia en México.
El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología es la institución que se encarga del desarrollo de la ciencia a nivel federal en México, es decir, gestiona gran parte del presupuesto que se asigna a la investigación científica.
El CONACYT se conformó en 1970, bajo el mandato de Luis Echeverría, como un esfuerzo de crear un proyecto unificado de desarrollo científico y tecnológico en México. A lo largo de los años ha recibido entre el 0.30% y el 0.49% del PIB, sin embargo, muchos aseveran que sólo se trata de un sistema burocrático para conseguir becas.

María Elena Álvarez-Buylla, doctora en Botánica por la BC Berkley y nieta del conocido marxista Wenceslao Roces, es la primera mujer en ser directora del CONACYT. Designada por López Obrador, ha seguido la línea de austeridad republicana y centralización que el gobierno federal ha impuesto durante este sexenio.
A través de su dirección, el CONACYT ha ido transitando hacia los ideales de austeridad y compromiso de Andrés Manuel.
En cifras, el presupuesto de 2019 tuvo una reducción del 13.6%, aunque para 2020 tuvo un ligero aumento del 7.6%. También ha cancelado convocatorias como el Programa de Estímulos a la Innovación, revocando varias becas de estudio en el extranjero y acatando la orden federal de extinguir 60 fideicomisos.

De todos los recortes, uno de los más controvertidos ha sido la suspensión temporal del Foro Consultivo, Científico y Tecnológico (Fccyt). Este órgano autónomo del CONACYT se encargaba de asesorar al poder ejecutivo y legislativo, es decir, era una forma en que el CONACYT podía aconsejar al gobierno en su actividad
Según Álvarez-Buylla, este órgano era sólo una forma de usar dinero del pueblo para relaciones públicas, pero no en ciencia y tecnología.
También vale la pena recordar que durante este sexenio el CONACYT ha sido ya protagonista en dos crisis. Primero la del sargazo, en la que se logró una legislación para su recolección y uso por empresas.
Y la segunda, la pandemia de Coronavirus en la que el monitoreo y recolección de los datos epidemiológicos del virus han sido responsabilidad de la institución, así como los diseños de respiradores que ya están listos para su producción masiva.

Las declaraciones de Álvarez-Buylla acerca de la “Ciencia Neoliberal” también han causado revuelo, según la Doctora: “tenemos una dependencia tecnológica, capacidades de articulación muy limitadas, una baja eficiencia en innovación, transferencias millonarias al sector privado, pero con pocas capacidades de articulación con el mismo para enfrentar estos retos”, palabras que más o menos indican que las inversiones de CONACYT terminan siendo aprovechadas por el sector privado y poco por la sociedad que lo mantiene.
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