2020 se ha visto marcado no solamente por la crisis del Coronavirus, sino también por las protestas contra el racismo en Estados Unidos que han llamado la atención en todas partes del mundo.
Respecto a ese mismo tema parece ser que en México hay muchas personas preocupadas por la situación, millones de mexicanos que hablan en sus redes sociales sobre el racismo, la segregación de las personas negras en Estados Unidos y el pésimo actuar de las autoridades en ese país.
Sin embargo, esa repentina preocupación no parece natural en un país conocido por ser uno de los más racistas, clasistas, xenófobos y discriminadores del mundo. Aquí todavía se acepta socialmente que las personas morenas sean asignadas al servicio o a la limpieza doméstica, como si fuera natural tener trabajos de ese tipo por su color u origen.
Algo impresionante fue lo sucedido en el año 2018 con la actriz Yalitza Aparicio, de origen oaxaqueño y que se hizo acreedora a una nominación al Óscar por su papel en la película «Roma». Irónicamente, los primeros en criticar su logro y cuestionar cómo alguien de bajo estrato pudo llegar tan lejos, fueron los mismos mexicanos.
Lejos de enorgullecerse de que mexicanos de origen indígena puedan acceder a premios o reconocimientos internacionales, aquí las personas intentan quitarles todo el mérito y prefieren que cualquier extranjero se los lleve.
No es gratis que México sea también el primer consumidor de tinte de cabello color rubio, como si las personas aquí trataran de tapar sus rasgos y fingir que tienen raíces en países de tez más clara.
Lo que más nos arde
Está bien sentir empatía por la difícil situación de Estados Unidos, sin embargo, ningún mexicano podría criticar lo que sucede en ese país sin antes revisar lo que sucede de este lado de la frontera.
El simple hecho de asumir que es mejor ser blanco o rubio, que moreno o negro, ya nos habla de un microracismo que está profundamente arraigado en la cultura y en la sangre de los mexicanos.