2019 ya había sido un año bastante convulso en términos de violencia de género para México, pues miles de mujeres se levantaron en manifestaciones en contra de los feminicidios, el acoso y el constante hostigamiento del que son víctimas a diario en este país.
Y para reventar el vaso, en el mes de noviembre varias escuelas y facultades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se pusieron en huelga para manifestar su inconformidad contra la inoperancia de las autoridades universitarias frente al tema.
Y sí, los motivos son muchos y los casos de violencia de género en la institución se cuentan por cientos. Sin embargo, se trata de un monstruo que no se puede enfrentar desde la institucionalidad.
Sólo en la Ciudad de México se contabilizaron más de 200 feminicidios en sólo 5 años y a nivel nacional 9 mujeres son asesinadas cada día.
Pero también resulta ser que en México la educación, otorgada en su mayoría por mujeres que se hacen cargo de sus hogares, es netamente machista. Es decir, así se están educando los hombres en este país y el resultado es que la mayoría son acosadores en potencia.
Ni el gobierno, ni las autoridades de la UNAM, ni nadie va a parar la violencia de género en México si no se cambia la forma de pensar y de educar dentro de los mismos hogares.
Sería imposible poner un policía por cada hombre para que ninguno hiciera sus fechorías, acosara mujeres o las golpeara. Y este tipo de situaciones seguirá sucediendo si se sigue perpetuando el machismo desde la educación en el hogar y con actitudes que, en la mayoría de los casos, son propiciadas por ellas mismas al carecer de una formación que las empodere y las lleve a identificar situaciones que las ponen en riesgo.
Lo que más nos arde
El machismo empieza en casa y cada hombre, educado por una mujer netamente machista, puede ser un futuro violador, acosador o feminicida. Y eso no se soluciona con huelgas ni con leyes.