China, Rusia, India y México son las 4 países que más producen contaminación industrial en la forma de dióxido de azufre SO2, una sustancia muy tóxica que flota en el aire de las grandes ciudades y provoca enfermedades mortales como el cáncer.
Fábricas, refinerías, tiraderos a cielo abierto y agricultura son las principales causas de que el CO2 flote en el aire, pero aún sabiéndolo el gobierno mexicano no ha movido un sólo dedo para frenarlo.
Y sí, todos sabemos que las refinerías dejan mucho dinero al país porque el petróleo que se va al extranjero se refina aquí, pero la mayor consecuencia, entre muchas otras, es el deterioro del medio ambiente.
Greenpeace advirtió sobre las consecuencias de no frenar la quema de combustibles fósiles, las refinerías y las centrales eléctricas, pues está de por medio no solamente el equilibrio ecológico, sino incluso la salud de la población que respira azufre sin saberlo.
El cáncer es la gran epidemia del siglo XXI y los casos surgen como piedras del suelo, los hay en todos los estratos sociales y edades sin distinción alguna. Y aunque las razones para ello son multifactoriales, se sabe que, efectivamente, una de las más poderosas es la contaminación del aire, el agua y el suelo que no vemos, pero está ahí y nos toca todos los días.
De fondo el problema es una cuestión monetaria, los grandes negocios industriales son una mina de oro para el gobierno y los empresarios; es imposible sacarlos del juego, aun con exigencias internacionales, porque hay mucho dinero en el medio y no van a dejar sus ganancias sólo porque esté en riesgo la salud de millones de personas.
Lo que más nos arde
¿Alguna vez te has preguntado por qué razón en México no terminamos de dar el paso a las energías limpias? La respuesta no es otra que negocios multimillonarios, obviamente si alguien es dueño de la luz eléctrica, la gasolina y el gas doméstico no le va a convenir nunca que se use la energía solar o eólica, que aparezcan los combustibles limpios o que existan alternativas a los productos que él vende.