¿Te has fijado que en las telenovelas mexicanas todas las empleadas domésticas son morenas y los dueños de las mansiones siempre son blancos? Eso es la pigmentocracia, un término que define cómo operamos socialmente en el racismo y tenemos actitudes discriminatorias que aceptamos como normales.
El racismo o la xenofobia no deberían ser aceptados bajo nunca excusa, pero a pesar de que sabemos de hechos tan graves como la segregación racial en África y Estados Unidos, o la persecución de los nazis contra los judíos que dejó millones de muertes, en México todavía seguimos pensando que los pobres son morenos y los ricos son rubios. Y eso sucede porque así nos educaron a todos, aunque no queramos aceptarlo.
Estadísticamente en este país las personas de piel morena tienen 4 más posibilidades de vivir en pobreza, debido a que se les cataloga como personas de segunda y se les niega el acceso a educación superior, empleos de alto rango y todo aquello que pueda mejorar su nivel de vida.
Al menos aquí los ricos son blancos no porque vengan de familias europeas, sino simplemente porque por su color de piel tienen más facilidades para encontrar empleo, mejores servicios y muchas más oportunidades.
La pigmentocracia es un absurdo en México porque aquí la gran mayoría de las personas tienen mestizaje en sus genes, en algún momento de la historia alguno de sus antepasados probablemente fue indígena y no hay nadie que sea 100% puro en su sangre.
El problema es que por herencia cultural el mexicano es racista y desde tiempos inmemoriales no ve con buenos ojos nada que provenga de México; mientras en otros países veneran lo que aquí tenemos, nosotros denostamos, maltratamos y humillamos todo lo auténtico y original de este territorio.
Por supuesto que la pobreza es resultado de la pésima repartición de la riqueza, pero también del racismo, la xenofobia y la enorme separación que hemos hecho entre colores de piel, como si eso de verdad dijera quién vale más y quién menos.
@gordaentobogán