Al menos en México, donde la democracia siempre ha sido un chiste, los ciudadanos ya olemos, desde antes de que suceda, cuando algo trae corrupción tras de sí.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, bastante criticado por sus políticas populistas y su manía por regalar dinero a los que no trabajan, sustituyó al Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros (Bansefi) por uno de su propia creación llamado Banco del Bienestar.
Y sí, como podríamos sospechar, este nuevo banco nacional estará destinado a gestionar todos los programas de apoyo social, las becas, los subsidios y los créditos a aquellos que tienen menos. O al menos ese es el discurso, aunque tras bambalinas más bien suena a una enorme mina de tranzas y corrupción que se tapará con fotos de pobres felices.
Dicen por ahí que si le das pescado a un pobre comerá un día, pero si le enseñas a pescar comerá toda la vida. En México, en cambio, si le das una tarjeta a un pobre comerá por años, pero no trabajará nunca más.
No hay economía que sobreviva a regalar dinero a los que se dicen “menos afortunados”, mientras la clase media sufre con impuestos, alzas al consumo y recorte a los presupuestos institucionales.
El Banco del Bienestar fue una promesa de campaña de AMLO y ahora, por mayoría de votos de los diputados federales, es una realidad y dará la oportunidad de usar mucho presupuesto en supuestos programas sociales que, quién sabe, podrían estar detrás de un enorme fraude gubernamental.
Lo que más nos arde
No es por ser negativos, pero ya hemos visto que en México los programas sociales nunca tienen un trasfondo honesto y por lo general son “tapadera” de otras cosas mucho más sucias.
Y por otro lado, ¿quién dice que darles limosna a los pobres le dará educación, salud o calidad de vida?