2019 ha sido un año particularmente violento para la Ciudad de México, especialmente en términos de seguridad ciudadana pues los delitos al transeúnte y en la vía pública crecieron considerablemente en menos de 6 meses.
Asaltos, robo a casa habitación, secuestros, secuestros exprés, extorsiones, violaciones, feminicidios, desapariciones forzadas y una lista enorme de delitos contra los ciudadanos de a pie crecieron mágicamente a la entrada de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a la presidencia y de Claudia Sheinbaum al gobierno de la CDMX. De por sí la capital del país ya era una cloaca de delincuencia, de unos meses a la fecha la situación escaló a niveles jamás pensados.
Encuestas recientes coinciden en que más del 40% de los chilangos afirma haber sido víctima del delito en los últimos 6 meses, mientras la mayoría dicen no estar interesados en presentar la denuncia por la inoperancia de las autoridades e incluso por las posibles represalias por parte de los delincuentes.
La Ciudad de México es cada vez más inhabitable, quienes pueden y tienen la oportunidad salen huyendo a ciudades de provincia o incluso al extranjero, y el resto de los pobres mortales hacen de todo para protegerse de los criminales, desde grupos de redes sociales con sus vecinos hasta linchamientos masivos para castigar a algunos culpables y ahuyentar a otros.
Y sí, en efecto casi todos los chilangos hemos sido víctimas de la delincuencia en algún momento, ya sea en la calle, en el transporte público, en el tránsito o incluso dentro de las casas, ante la vista de el resto de los habitantes que ya ven esta situación como algo normal, natural de una ciudad tan grande y con tantos contrastes sociales.
Lo que más nos preocupa
¿Será que los chilangos estamos atravesando una época oscura y complicada, que eventualmente terminará?, ¿o ya se nos salió de control la desintegración social y estamos criando auténticos criminales en cada casa, escuela y unidad habitacional de esta enorme ciudad?