No somos diferentes a los delincuentes

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De al menos 10 o 15 años a la fecha la delincuencia en México ha crecido a niveles que jamás imaginamos. Ya no hay clase social, región geográfica o creencia religiosa que se salve del crimen y vivimos una crisis que parece imparable.

A todo esto, la pregunta real es por qué se desató así la delincuencia organizada, ¿de dónde salieron tantos criminales? Y no, no estaban escondidos en las coladeras, ni en colonias populares esperando al momento de salir, la realidad es que la delincuencia era un gen que se estaba formando en todos y cada uno de los hogares mexicanos, alimentado por la descomposición social, el abandono y la ausencia de valores en prácticamente todos los sectores.

Durante el siglo XX México trabajó en hacer cada vez más fuertes las diferencias sociales, sumadas por supuesto a la creencia de que hay unos que valen más y otros que valen menos según los billetes en la cartera, y el resultado es que en pleno 2019 parece haber más criminales que personas “honradas” en las filas de la sociedad mexicana.

Robar, secuestrar, matar, violar, todas esas son actividades que se gestan en el seno de familias olvidadas, muchas veces en hogares donde la carencia es ley, aunque también en algunos donde sobra el dinero, pero falta el cariño. Porque la realidad es que los criminales no son una especie distinta, son hijos, hermanos, amigos, compañeros de escuela a los que se los comió el sistema, cuyas vidas fueron carentes de humanidad, de respeto y de propósito en la vida.

Se calcula que a nivel mundial más de 275 millones de niños viven violencia doméstica, en México la cifra es que 7 de cada 10 hogares maltratan física, psicológica o verbalmente a los menores que ahí viven.

Con esos datos es imposible pensar que no se desaten crisis de violencia como la actual, con niños que crecen en familias donde la violencia manda y cuya perspectiva de vida no da más que para salir a la calle y tirar ira, odio y rencor contra cualquiera que se atraviese.

La delincuencia en este país siempre ha existido, pero nunca antes en la historia había sido tan violenta y cruel al grado de que ya nos acostumbramos a que nos quiten la vida por un teléfono o unas monedas.

Lo que mas nos duele

Sin importar cuántos policías vigilen las esquinas, cuánto dinero invirtamos en patrullas o cámaras de vigilancia, o cuántos presidentes lleguen y se vayan, el problema del crimen no se va a solucionar hasta que resolvamos la brecha social, atendamos a los seres humanos y dejemos de pensar que es un asunto de instituciones, pero no de personas.

@ElArdidisimo

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