En México sabemos que aunque 7 de cada 10 adultos padece de obesidad, también hay números que resultan devastadores para las personas con menos recursos del país. Por ejemplo, 1 de cada 4 personas no tiene suficiente dinero para comprar comida cada día y uno de cada 10 niños sufre de una desnutrición crónica.
Aunque el gobierno mexicano ha intentado reaccionar ante este problema con la Cruzada Nacional contra el Hambre, los números siguen siendo negativos en este aspecto.
El reto es enorme, debido a que el Estado no cuenta con una ley o una política que se encargue de todas las etapas que se deben de dar a esta necesidad.
Ahora, inclusive el clima juega en nuestra contra, ya que con el calentamiento global existirán aún más sequías en el norte del país, que es una de las regiones que más agricultura produce en el país.
El agua y su escasez en zonas áridas tendrá un impacto en la población y no hay mucho que se pueda hacer al respecto.
Evidentemente, la población que más problemas tiene con su alimentación es aquella que vive en zonas rurales. Muchas de estas personas viajan desde sus hogares a la capital del país para mendigar por unas monedas, un pedazo de pan o por un trabajo que les ofrezca la posibilidad de comer y alimentar a sus hijos y demás familiares.
Las gráficas son claras. En muchísimas otras partes del mundo se sufre igual o peor que en México, por lo que se deben establecer dinámicas sociales claras para que esta condición se merme ante la asistencia civil y gubernamental.