Hay que dejar de pensar que los comerciantes y trabajadores informales son malas personas, ellos simplemente encontraron una alternativa adecuada al asfixiante sistema económico y mercantil que priva en México.
Casi 30 millones de mexicanos viven de la informalidad, lo que incluye no solamente a vendedores ambulantes, sino incluso a profesionistas de todas clases, que han logrado burlar el ojo de las autoridades fiscales, y construir sus negocios sin tener que pagar montañas de impuestos al gobierno.
La informalidad se ha convertido en una necesidad casi obligada para los mexicanos, especialmente durante el sexenio del presidente Peña Nieto, que tuvo a bien aumentar las cuotas a trabajadores y empresarios independientes, de manera que reportando sus ingresos al fisco, cada vez pagan más y ganan menos.
Evidentemente los mexicanos están demostrando, que su fuerza de trabajo es mucho más poderosa que cualquier condición adversa. La informalidad se ha convertido en una gran opción para lograr ingresos, e incluso desarrollar carreras profesionales.
Hace ya varios años que el Producto Interno Bruto (PIB) de México, se compone en buena parte del sector informal, al menos 23% de sus ingresos provienen de ahí. Esto apunta a una tendencia mundial; en países en desarrollo cada vez es menos lucrativo trabajar para las grandes empresas o poner un negocio con todas las de la ley, mientras aprovechar medios alternativos para hacer dinero, es una opción mucho más generosa.
Inclusive, el mundo de los micronegocios, los negocios familiares y el autoempleo, se benefician enormemente de la informalidad. Las personas encuentran muchas trabas para formalizarse y es mucho más atractivo permanecer sin reportar nada al gobierno, pues conservan sus propios procesos y tienen absolutamente todas las ganancias a su favor.
Lo que más nos arde
Los impuestos son cruciales en un país que trabaja para los ciudadanos, pero en México los contribuyentes son conscientes de que millones y millones de pesos, van a parar a las manos equivocadas, su dinero no funciona en las instituciones públicas y únicamente hace más ricos a quienes ya lo son.
Por todo lo anterior, la informalidad se ha convertido en más que una opción, un recurso para la sobrevivencia y el desarrollo de millones de personas, que no tendrían sustento suficiente si trataran de apegarse a una ley, que no los beneficia en nada.