En las últimas décadas, la sequía se ha consolidado como uno de los fenómenos climáticos más devastadores del planeta, tanto por su frecuencia como por su intensidad. Este fenómeno, ligado al calentamiento global, ha alterado los ecosistemas naturales y ha generado graves repercusiones en la estabilidad económica mundial.
La escasez de agua, resultado de la reducción de lluvias y del aumento de la evaporación por las altas temperaturas, ha afectado directamente a sectores esenciales como la agricultura, la energía y la industria, incrementando los costos de producción y la presión sobre los recursos naturales.

¿Qué está sucediendo?
De acuerdo con datos de la Organización Meteorológica Mundial, el número y la duración de las sequías han aumentado considerablemente desde el año 2000 en comparación con las dos décadas anteriores, mientras que otras estimaciones apuntan a que los episodios extremos de sequía se han incrementado hasta un 233 % en algunas regiones del mundo.
Estos cambios no son coincidencia: el aumento de las temperaturas globales, provocado por la concentración de gases de efecto invernadero, acelera la evaporación del agua y reduce la humedad del suelo, lo que agrava la escasez hídrica. Actualmente, se calcula que dos tercios de la población mundial viven en cuencas hidrográficas que sufren estrés hídrico al menos una vez al año, y que en las próximas décadas esta proporción seguirá aumentando.
La agricultura, uno de los pilares de la economía mundial, es también uno de los sectores más golpeados por la sequía. Cuando los cultivos no reciben la humedad necesaria, las cosechas se reducen, la oferta de alimentos disminuye y los precios aumentan. Esto no solo repercute en el bolsillo de los consumidores, sino también en la seguridad alimentaria de millones de personas. En regiones donde la agricultura representa una parte importante del PIB, una sequía moderada puede reducir el crecimiento económico hasta en 0.4 puntos porcentuales, mientras que una sequía extrema puede hacerlo en más de 0.8 puntos. Las pérdidas agrícolas, además, afectan a las cadenas de suministro, generan inflación alimentaria y aumentan la vulnerabilidad de los hogares más pobres, especialmente en países con economías dependientes del campo.
Pero el impacto de la sequía no se limita a los alimentos. La falta de agua también afecta la generación de energía y los procesos industriales. La caída en los niveles de ríos y embalses reduce la capacidad de producción de las centrales hidroeléctricas, lo que incrementa los costos energéticos y obliga a recurrir a fuentes más caras o contaminantes. Asimismo, la menor disponibilidad de agua en procesos industriales, como lo son la manufactura, la refrigeración o la producción de biocombustibles, esto eleva los costos de producción, encareciendo los productos finales. Así, las sequías ya no se tratan solo de un problema ambiental, pues ahora se tiene en cuenta su impacto en la economía global, lo que a su vez agrava los problemas sociales.
Fuentes:
https://www.dw.com/es/c%C3%B3mo-puede-afectar-la-sequ%C3%ADa-a-la-econom%C3%ADa-mundial/a-73737936
https://www.bbva.com/es/sostenibilidad/que-es-la-sequia-y-como-esta-repercutiendo-en-el-planeta/
https://www.igema.net/efectos-economicos-de-la-sequia/ https://www.wearewater.org/es/insights/la-sequia-factor-economico-a-gran-escala/