En 1997, el gobierno del entonces presidente, Ernesto Zedillo, impulsó un cambio a uno de los beneficios que recibían los trabajadores mexicanos: las pensiones. Pues hasta ese año, se mantuvo vigente la Ley de 1973, que declaraba que cualquier persona que se jubilara recibía una pensión de acuerdo a las semanas que tuviera cotizadas ante el Instituto Mexicano del Seguro Social, siendo alrededor de 500 semanas las necesarias para calificar a la pensión, además consideraba también la edad en la que comenzaba la jubilación siendo el mínimo de edad los 60 años.
El monto recibido en esta pensión se calculaba de acuerdo al sueldo que percibieron los trabajadores en sus últimos 5 años activos, la pensión estaba asegurada incluso hasta su fallecimiento y el de su pareja. Una forma de garantizar una vejez digna y claro, una recompensa por los años trabajados durante su vida.
La reforma impulsada por Zedillo, estipulaba que a partir del 1 de julio de 1997 las personas que se registraran ante el IMSS ya no podían acceder a este beneficio. Y las opciones de retiro para estas se atienen a lo recaudado por los trabajadores durante sus años activos en sus afores. Repartiendo el dinero ahorrado hasta que se agote, pudiendo ser este incluso antes del fallecimiento del trabajador.
Por lo que ahora, las personas que quieran jubilarse deberán saber bajo qué régimen se encuentran para poder acceder a su pensión.

Ahora, casi 30 años después, el presidente Andrés Manuel López Obrador, planea impulsar otra reforma que se acerque a la ley de pensiones del 73 o revierta lo hecho por la ley del 97.
Durante enero de 2024, el mandatario declaró que tiene planes de revisar lo propuesto por Zedillo, ya que los jóvenes adultos actuales, no tienen la posibilidad de acceder a una vejez digna, que además se ajuste a las necesidades y cambios económicos de la sociedad.
Si bien no ha profundizado en los cambios que tiene planificados para esta reforma, su declaración establece que tiene dos ideas en mente. Primero, una pensión digna que les asegure un ingreso similar al que tenían al estar activos laboralmente. Segundo, asegurar de igual forma la posibilidad de un retiro digno.
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