Cuando las campañas políticas se llevan a cabo en el mundo, muchos están atentos a los discursos y propuestas que cada candidato ofrece. Estos generan revuelo, pero no tanto como lo hace el evento más importante, previo a las votaciones: el debate político.
Idealmente, estos debates deberían servir para brindar soluciones, poner sobre la mesa puntos de mejora para la entidad a la que se postulan, ya sea un país, estado o ciudad. Argumentando y proponiendo sus planes de acción ante las temáticas más importantes y quizá señalar nuevos puntos de mejora que los candidatos mismos hayan detectado.
Para los votantes, esta es una buena oportunidad de conocer un poco más a los que podrían ser sus futuros representantes. Tratar de generar un vínculo con ellos a través de sus valores e ideales, para así convencerse de votar por ellos. Pero en recientes años, este no ha sido el caso.
El auge de las redes sociales no ha ayudado en nada para mantener la seriedad de los debates políticos, pues aparentemente, los participantes de estos buscan momentos en los que puedan convertirse en personajes controversiales o en sus mentes “decisivos”, para terminar con las problemáticas que se les presentan.
Al menos en México, los debates sirven para echar en cara los pasados escándalos, algunas veces políticos, algunas veces personales. Pero siempre para tratar de demostrar quién tiene la reputación más limpia, aparentemente. Sus declaraciones no son tan controversiales y muchas veces terminan convertidas en memes. Pero llegan a un solo punto en el que los debates no pueden ser tomados en serio, ya que lo que más ruido hace en redes, son los momentos de los que más se pueden burlar.
El resto del mundo no se queda atrás, pues Estados Unidos se ha caracterizado por ofrecer candidatos radicales, con propuestas algunas veces “cómicas” o patrióticas, como es el caso de USA y Donald Trump, con sus declaraciones para terminar con los inmigrantes o recientemente, Vivek Ramaswamy y sus propuestas para invadir México.
Al final del día, los debates han perdido el propósito con el que fueron concebidos o al menos, se han alejado de él, pues se han convertido en una especie de show mediático en el que un clip viral para propaganda gratuita o un tratar de resonar con un sentimiento patriótico radical es mucho más importante que generar verdaderas soluciones.
Fuentes:
Es de ardidos 