Puede sonar como conspiración pensar que no tenemos elección al decidir o escoger a quienes queremos que nos gobiernen, ocasionando que muchos se cuestionen si realmente existe una democracia en el mundo. 

Las temporadas de elecciones vienen acompañadas de campañas, debates y compra o robo de votos; quizá con el auge de las redes sociales estas han ido en descenso, pero parece que ver denuncias de militantes comprando el voto de ciudadanos fuera de las casillas o que las urnas con votos fueron mal contadas, incluso robadas o hasta destruidas, son actividades que forman parte de la planificación de las elecciones mismas. 

Distintos países han llegado a denunciar apagones o caídas del sistema, durante el conteo digital en las votaciones. El ejemplo más claro ocurrido en México, fue el que le otorgó la victoria a Carlos Salinas de Gortari en el año de 1988, en el que ni la ciudadanía, ni los involucrados en las elecciones, pudieron acceder a los resultados que se tenían, ya que instituciones como la Comisión Federal de Electricidad, habían reportado fallas en sus sistemas de cómputo, lo que ocasionó apagones y la especulación de fraude electoral. Los resultados no se conocieron hasta tiempo después y asimismo muchas personas denunciaron que habían sido alterados.

Lo triste es que toda América Latina puede encontrar estos sucesos en su propia historia política. 

¿Cuáles son las causas detrás de los fraudes electorales? 

Estos fraudes provenientes de candidatos o partidos, son una forma de seguir perpetuando la corrupción a través de la replica de robos y saqueos dentro de un país. A fin de cuentas, el continuar enriqueciéndose a sí mismos o a otros, es lo que impulsa a que este delito pueda llevarse a cabo, ocasionando que el fraude electoral siga existiendo.

Detrás de este suceso existen recursos, no solo monetarios, sino mediáticos e institucionales, por lo que apoyar al candidato que quiere alcanzar un puesto dentro del gobierno, puede hacerse por debajo del agua, con actividades ilícitas y hasta riesgosas para los otros candidatos y los ciudadanos.   

A largo plazo, las personas dejan de creer en el sistema político, lo que los lleva a pensar que no tienen poder de elección, ocasionando que no logren tomarse en serio las votaciones, que las diferencias entre partidos y personas aumenten; y que el sistema siga siendo corrupto.

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